INTRODUCCIÓN
Los seres humanos somos seres sociales: vivimos nuestro ser cotidiano
en continua imbricación con el ser de otros. Esto, en general,
lo admitimos sin reservas. Al mismo tiempo los seres humanos somos
individuos: vivimos nuestro ser cotidiano como un continuo devenir
de experiencias individuales intransferibles. Esto lo admitimos
como algo ineludible. Ser social y ser individual parecen condiciones
contradictorias de existencia. De hecho, una buena parte de la
historia política, económica y cultural de la humanidad,
particularmente durante los últimos doscientos años,
en Occidente, tiene que ver con este dilema. Así, distintas
teorías políticas y económicas, fundadas
en distintas ideologías de lo humano, enfatizan un aspecto
u otro de esta dualidad, ya sea reclamando una subordinación
de los intereses individuales a los intereses sociales, o al revés,
enajenando al ser humano de la unidad de su experiencia cotidiana.
Más aún, cada una de las ideologías en que
se fundan estas teorías políticas y económicas,
constituyen una visión de los fenómenos sociales
e individuales que pretende afirmarse en una descripción
verdadera de la naturaleza biológica, psicológica
o espiritual, de lo humano.
Pero, ¿están estas ideologías fundadas en
una comprensión adecuada de lo humano?, ¿existe
en verdad una contradicción esencial entre lo social y
lo individual, o es esta contradicción una ilusión
descriptiva? La diversidad etnológica de la humanidad nos
muestra muchas instancias en las que hay, o se han dado, sistemas
sociales cuyos miembros viven la armonía de los intereses
aparentemente contradictorios de la sociedad y los individuos
que la componen. ¿Qué teoría lo explicaría?
1. CINCO CONDICIONES INICIALES
Mi propósito en este pequeño artículo es analizar
los fenómenos sociales de una manera no tradicional, y mostrar
que de hecho y de una manera inevitable, el ser humano individual
es social, y el ser humano social es individual. No haré
esto, sin embargo, desde una argumentación filosófica,
sociológica o psicológica. Lo haré con una
argumentación biológica, es decir, mirando a los fundamentos
mismos de nuestro ser seres vivos. Empero, para que yo pueda hacer
esto, el lector debe aceptar cinco condiciones iniciales que, por
razones de espacio, expondré sin dar para ellas, ni para
sus consecuencias, la completa fundamentación biológica
en que se sostienen.
1) ¿Qué es una respuesta
aceptable?. Cada vez que se quiere contestar
una pregunta la dificultad principal está en saber cuándo
se tiene la respuesta. ¿Cómo reconocer una respuesta
adecuada si uno no sabe de antemano cuál es? Los científicos
tenemos un procedimiento: las respuestas científicas, es
decir, las respuestas aceptables para los científicos,
deben consistir en la proposición de
mecanismos (sistemas concretos o conceptuales) que en su operar
(funcionar) generan todos los fenómenos involucrados en la
pregunta. Si el mecanismo propuesto como respuesta a
una pregunta no satisface esta condición, no es adecuado
y debe cambiarse, o reformularse la pregunta. Es decir, las respuestas
científicas son generativas. Es, pues, de esta manera que
quiero contestar la pregunta ¿qué
es un sistema social?, al proponer lo que yo considero es
el mecanismo biológico que genera los sistemas que exhiben
en su operar todos los fenómenos que observamos en los sistemas
que cotidianamente reconocemos como sistemas sociales. Haré
esto en la forma de una definición, y espero que si el sistema
que propongo cumple con este requisito, el lector lo acepte como
respuesta a dicha pregunta.
2) ¿Qué son los, seres vivos?.
Los seres vivos, incluidos los seres humanos, somos sistemas determinados
estructuralmente. Esto quiere decir que todo ocurre en nosotros
en la forma de cambios estructurales determinados en nuestra estructura,
ya sea como resultado de nuestra propia dinámica estructural
interna, o como cambios estructurales gatillados en nuestras interacciones
en el medio, pero no determinados por éste. Más aún,
la conducta observable, en nosotros mismos por ejemplo, no escapa
a esto y lo que vemos como comportamiento en cualquier ser vivo
bajo la forma de acciones en un contexto determinado, es, por decirlo
así, la coreografía de su danza estructural. Como
resultado de esto, la conducta de un ser vivo es adecuada sólo
si sus cambios estructurales ocurren en congruencia con los cambios
estructurales del medio, y esto sólo ocurre mientras su estructura
permanece congruente con el medio durante su devenir de continuo
cambio estructural. Por último, como sistemas determinados
estructuralmente, los seres vivos son sistemas que en su dinámica
estructural se constituyen y delimitan como redes cerradas de producción
de sus componentes, a partir de sus componentes y de sustancias
que toman del medio: los seres vivos son verdaderos remolinos de
producción de componentes, por lo que las sustancias que
se toman del medio, o se vierten en él, pasan participando
transitoriamente en el ininterrumpido recambio de componentes que
determina su continuo revolver productivo. Es esta condición
de continua producción de sí mismos, a través
de la continua producción y recambio de sus componentes,
lo que caracteriza a los seres vivos y lo que se pierde en el fenómeno
de la muerte. Es a esta condición a la que me refiero al
decir que los seres vivos son sistemas autopoiéticos y que
están vivos sólo mientras están en autopoiesis.
Esta caracterización de lo vivo y su fundamentación
está descrita ampliamente en un libro que escribí
con Francisco Varela en 1973 (De máquinas y seres vivos,
Edit. Univ.) y al que remito a los lectores. Por último,
sólo pido a éstos que acepten lo dicho aquí
como un punto de partida válido, incluso para los seres humanos,
y que no lo rechacen pensando que los seres humanos somos distintos.
3) ¿Cómo es el cambio estructural?.
En los sistemas en continuo cambio estructural, como los seres vivos,
el cambio estructural se da tanto como resultado de su dinámica
interna, como gatillado por sus interacciones en un medio que también
está en continuo cambio. La consecuencia de esto es que a
partir de la estructura inicial del ser vivo al comenzar su existencia,
el medio aparece seleccionando en él, al gatillar cambios
estructurales determinados en su estructura, las secuencias de cambios
estructurales que ocurren en él a lo largo de su vivir, en
una historia de sobrevida que necesariamente ocurre en la congruencia
del ser vivo y el medio, hasta que el ser vivo muere porque esta
congruencia se pierde. Esto ocurre tanto en la historia individual
de cada ser vivo (ontogenia), como a lo largo de los linajes que
éstos producen como resultado de su reproducción secuencial.
Lo que pido al lector que acepte en este punto, es que la estructura
de cada ser vivo es, en cada instante, el resultado del camino de
cambio estructural que siguió a partir de su estructura inicial,
como consecuencia de sus interacciones en el medio en que le tocó
vivir.
4) La conservación de la organización.
Los seres vivos participan en los fenómenos en que participan
como seres vivos sólo mientras la organización que
los define como seres vivos (la autopoiesis) permanece invariante.
Esta afirmación apunta a una relación universal: algo
permanece, es decir, algo mantiene su identidad, cualesquiera sean
sus cambios estructurales, sólo mientras la organización
que define su identidad no cambia. La organización de un
sistema son las relaciones entre componentes que le dan su identidad
de clase (silla, automóvil, fábrica de refrigeradores,
ser vivo, etc.). El modo particular como se realiza la organización
de un sistema particular (clase de componentes y las relaciones
concretas que se dan entre ellos) es su estructura. La organización
de un sistema es necesariamente invariante, su estructura puede
cambiar. La organización que define a un sistema como
ser vivo es la organización autopoiética. Por esto,
un ser vivo permanece vivo mientras su estructura, cualesquiera
sean sus cambios, realiza su organización autopoiética,
y muere si en sus cambios estructurales no se conserva esta organización.
Esta afirmación apunta a una relación universal: todo
sistema se desintegra cuando en sus cambios estructurales no se
conserva su organización. Así, por ejemplo, un reloj
a cuerda deja de ser reloj (pierde su organización reloj)
si uno de sus cambios estructurales es la ruptura de su cuerda.
Lo que el lector debe aceptar en este punto es que lo vivo de un
ser vivo está determinado en él, no fuera de él.
5) Conservación de la adaptación.
Los seres vivos existen siempre inmersos en un medio en el que interactúan.
Más aún, como el vivir de un ser vivo transcurre en
continuos cambios estructurales como resultado de su propia dinámica
interna, o gatillados en sus interacciones en el medio, un ser vivo
conserva su organización en un medio sólo si su estructura
y la estructura del medio son congruentes y esta congruencia se
conserva. Si no se conserva la congruencia estructural entre ser
vivo y medio, las interacciones en el medio gatillan en el ser vivo
cambios estructurales que lo desintegran y muere. Esta congruencia
estructural entre ser vivo y medio (cualquiera que éste sea)
se llama adaptación. En consecuencia, un ser vivo vive sólo
mientras conserva su adaptación en el medio en que existe,
y mientras conserva su adaptación, conserva su organización.
Esta afirmación también apunta a una relación
universal: todo sistema existe sólo
en la conservación de su adaptación y su organización,
en circunstancias que la conservación de la una involucra
la conservación de la otra. Como resultado de esto
y ya que el curso de los cambios estructurales del ser vivo contingentes
a sus interacciones en el medio depende de la secuencia de éstas,
el devenir de un ser vivo con conservación de la adaptación
es siempre un devenir de cambios estructurales congruentes entre
ser vivo y medio. Más aún, este devenir del ser vivo
en continuo cambio estructural con conservación de la organización
y la adaptación es una deriva, un curso determinado momento
a momento en él en la circunstancia de su presente, en el
transcurrir instante a instante de los procesos en que participan
sus componentes, tanto en su dinámica interna como externa.
Ser vivo y medio, incluyendo en éste a otros seres vivos,
forman siempre una unidad espontáneamente congruente, cuyos
componentes existen siempre en coderiva: toda ontogenia transcurre
como una coderiva ontogénica y toda filogenia como una coderiva
filogénica, siguiendo cada una un curso contingente a la
conservación de la adaptación de los organismos involucrados.
Al aceptar este punto, el lector acepta que la estructura presente
de un ser vivo es siempre el resultado de una historia en la cual
sus cambios estructurales han sido congruentes con los cambios estructurales
del medio. También acepta que todo ser vivo se encuentra
donde se encuentra en su presente como resultado de esa historia,
en una continua transformación de su presente desde su presente.
Ahora, si el lector acepta estas condiciones iniciales, cuya validez
está dada desde la comprensión de los fenómenos
biológicos, le propongo seguir sus consecuencias. De acuerdo
con esto, y con el fin de contestar la pregunta ¿qué
es un sistema social? propondré, en la forma de una definición,
la caracterización del tipo de sistema biológico que
genera todos los fenómenos sociales como consecuencia de
su operar.
2. SISTEMAS SOCIALES
Cada vez que los miembros de un conjunto de seres vivos constituyen
con su conducta una red de interacciones que opera para ellos
como un medio en el que ellos se realizan como seres vivos y en
el que ellos, por lo tanto, conservan su organización y
adaptación y existen en una coderiva contingente a su participación
en dicha red de interacciones, tenemos un sistema social. En otras
palabras, sostengo que:
a) la organización descrita arriba es necesaria y suficiente
para caracterizar un sistema social; y,
b) un sistema particular definido por esa organización
genera todos los fenómenos propios de un sistema social
en un marco conductual especificado por el tipo de seres vivos
que lo integran.
Esta clase de sistemas es el resultado inevitable de las interacciones
recurrentes que se dan entre seres vivos y cada vez que se den
con alguna permanencia, se dará este tipo de sistemas.
Yo llamo a este tipo de sistemas, sistemas sociales, porque los
fenómenos que se dan en ellos son indistinguibles, en su
forma y modo de generación, de los fenómenos que
observamos en los sistemas que llamamos sistemas sociales en el
ámbito humano.
Veamos ahora algunas implicaciones.
1) Es constitutivo de un sistema
social el que sus componentes sean seres vivos, ya que sólo
se constituye al conservar éstos su organización
y adaptación en él, en el proceso de integrarlo.
Por esto, cualquier intento de caracterizar al sistema social
de una manera que no reconozca que la conservación de la
vida de sus componentes es condición constitutiva de su
operar, se equivoca y especifica un sistema que no genera los
fenómenos propios del sistema social. Así, por ejemplo,
un conjunto humano que no incorpora la conservación de
la vida de sus miembros como parte de su definición operatoria
como sistema, no constituye un sistema social.
2) Cada sistema social particular,
es decir, cada sociedad, se distingue por las características
de la red de
interacciones que realizan. Así, por ejemplo, una
comunidad religiosa, un club y una colmena de abejas, en la medida
en que son sistemas sociales son sociedades distintas, porque
sus miembros realizan conductas distintas (los comportamientos
adecuados en cada una de ellas son diferentes) al integrarlas.
Para ser miembro de una sociedad basta con realizar las conductas
que definen a sus miembros.
3) En la medida que un sistema social
está constituido por seres vivos, son todos y cada uno
de los seres vivos que lo integran los que de hecho lo constituyen
con el operar de sus propiedades. Por lo tanto, y constitutivamente,
no hay componentes superfluos en un sistema social, ya que si
un componente se pierde, el sistema social cambia. Debido a la
muerte de sus componentes, todo sistema social está expuesto
al cambio. Más aún, como las propiedades y características
de cada ser vivo están determinadas por su estructura,
en la medida en que las estructuras de los seres vivos que integran
un sistema social cambian, cambian sus propiedades y el sistema
social que generan con sus conductas también cambia.
4) En la medida que un sistema social
es el medio en que sus miembros se realizan como seres vivos,
y donde ellos conservan su organización y adaptación,
un sistema social opera necesariamente como selector del cambio
estructural de sus componentes y, por lo tanto, de sus propiedades.
Sin embargo, en la medida que son los componentes de un sistema
social los que de hecho lo constituyen y realizan con su conducta,
son los componentes de un sistema social los que con su conducta
de hecho seleccionan las propiedades de los componentes del mismo
sistema social que ellos constituyen. Toda sociedad es conservadora
de su organización como tal sociedad, y de las características
de los componentes que la generan.
5) En general, los componentes de
un sistema social pueden participar en otras interacciones, además
de aquellas en que necesariamente deben participar al integrarlo,
es decir, pueden participaren interacciones fuera del sistema
social que constituyen. Si como resultado de tales interacciones
la estructura de los componentes de un sistema social cambia de
modo que su manera de integrarlo cambia sin destruir su organización,
la estructura del sistema cambia, y aparece ante un observador
como el mismo sistema pero constituido como una red conductual
diferente. Lo mismo puede pasar con la incorporación a
un sistema social de nuevos miembros con una historia previa de
interacciones independiente de él.
6) Aunque todo sistema social es
constitutivamente conservador, todo sistema social está
también en continuo cambio estructural, debido:
a) a la pérdida de miembros por muerte o migración;
b) la incorporación de nuevos miembros con propiedades,
adicionales a aquellas necesarias para su incorporación,
diferentes a las de los otros miembros; y,
c) cambios en las propiedades de sus miembros, que surgen de cambios
estructurales no gatillados (seleccionados) por sus interacciones
dentro del sistema social que integran, por interacciones fuera
de él, o como resultado de su propia dinámica interna.
El devenir histórico de cualquier sociedad es siempre el
resultado de estos dos procesos: conservación y variación.
Todas estas consideraciones son de aplicabilidad universal, y
tienen validez para cualquier tipo de sistema social. Veamos ahora
a qué conclusiones nos llevan, y qué nos permiten
comprender de las sociedades humanas.
3. SOCIEDADES HUMANAS
1) Los sistemas sociales son constitutivamente
conservadores. El que esto ocurra en el dominio social humano
es evidente. Los miembros de una sociedad humana cualquiera realizan
esa sociedad con su conducta y con ella, continuamente seleccionan
en sus miembros antiguos y nuevos, esas mismas conductas. Así,
por ejemplo, en un club las conductas de sus miembros definen
al club, eliminando de él a todos aquellos que no tienen
las conductas apropiadas y confirmando como miembros a todos aquellos
que las tienen, en circunstancias que son conductas apropiadas
aquellas con que ellos mismos, los miembros del club, definen
al club. Lo mismo pasa en la familia, en las comunidades religiosas,
en fin, en cualquier sociedad humana.
2) Los seres humanos podemos ser
miembros de muchos sistemas sociales simultánea o sucesivamente.
Basta con que en el proceso de vivir lleguemos a realizar las
conductas propias de cada sistema social en el lugar oportuno.
Así podemos ser imbricadamente y sin contradicciones miembros
de una familia, de una comunidad religiosa, de un club y de una
nación, a través de las distintas dimensiones en
nuestro vivir. Si al realizar las distintas conductas propias
de los distintas sistemas sociales no lo hacemos involucrando
nuestras vidas y sólo pretendemos hacerlo, no somos miembros
de ellos y estaremos inmersos en sus respectivas tramas conductuales
hasta que, al ser descubiertos, seamos expulsados como hipócritas
o parásitos.
3) El mecanismo fundamental de interacción
en el operar de los sistemas sociales humanos es el lenguaje.
Más aún, el lenguaje, como característica
del ser humano, surge con lo humano en el devenir social que le
da origen. Me explico. La conducta primaria de coordinación
conductual en la acción sobre el mundo, generada y aprendida
a lo largo de la vida de los miembros de un sistema social cualquiera
como resultado de sus interacciones en él, es descrita
como conducta lingüística por un observador que ve
cada elemento conductual como una palabra descriptora del mundo
al señalar objetos en él. En ese operar social primario,
sin embargo, no hay objetos para los miembros del sistema social,
pues ellos sólo se mueven en la coordinación conductual
de la acción que han debido adquirir (aprender) al hacerse
miembros de él. En el dominio social humano, y como resultado
de las interacciones que tienen lugar entre los miembros de una
sociedad humana, hay lenguaje cuando hay recursividad
lingüística, es decir, cuando un observador
ve como coordinación conductual sobre la coordinación
conductual.
Es decir, hay lenguaje -y en mi opinión así surge
evolutivamente en algún momento hace más de un millón
de años en la historia del hombre- cuando los participantes
de un dominio lingüístico usan palabras (coordinación
conductual primaria) al coordinar sus acciones sobre las distintas
circunstancias que sus coordinaciones conductuales primarias configuran,
las que así aparecen por primera vez señaladas como
unidades independientes, esto es, como objetos. De esto resultan,
por una parte, la producción de un mundo de acciones y
objetos que sólo tienen existencia y significado en el
dominio social en que surgen y, por otra, la producción
de la auto-observación, que nos lleva a distinguirnos como
objetos a nosotros mismos y a nuestras circunstancias, en la reflexión
que constituye la auto-conciencia como fenómeno que también
tiene existencia y sentido sólo en el dominio social.
4) Para que exista un sistema social
debe darse la recurrencia en las interacciones que resultan en
la coordinación conductual de sus miembros, es decir, debe
darse la recurrencia de interacciones cooperativas. De hecho,
si hay recurrencia de interacciones cooperativas entre dos o más
seres vivos, el resultado puede ser un sistema social, si tal
recurrencia de interacciones pasa a ser un mecanismo mediante
el cual éstos realizan su autopoiesis. La recurrencia de
interacciones cooperativas es siempre expresión del operar
de los seres vivos participantes en un dominio de acoplamiento
estructural recíproco y durará tanto como dure éste.
En nosotros, los seres humanos, este acoplamiento estructural
recíproco se da espontáneamente en muchas circunstancias
diferentes, como expresión de nuestro modo de ser biológico
actual, y aparece ante un observador como una pegajosidad
biológica que puede ser descrita como el placer
de la compañía, o como amor, en cualquiera de sus
formas. Sin esta pegajosidad biológica, sin el placer de
la compañía, sin amor, no hay socialización
humana, y toda sociedad en la que se pierde el amor, se desintegra.
La conservación de esta pegajosidad biológica, que
en su origen asocial es el fundamento de lo social, ha sido en
la evolución de los homínidos, en mi opinión,
el factor básico en el acotamiento de la deriva filogénica
humana que resultó en el lenguaje y a través de
él en la cooperación y no en la competencia, en
la inteligencia típicamente humana.
5) Nuestra individualidad como seres
humanos es social y al ser humanamente social es lingüísticamente
lingüística, es decir, está inmersa en nuestro
ser en el lenguaje. Esto es constitutivo de lo humano. Somos concebidos,
crecemos, vivimos y morimos inmersos en las coordinaciones conductuales
que involucran las palabras y la reflexión lingüística
y por ello y con ello, en la posibilidad de la auto-conciencia
y, a veces, en la auto-conciencia. En suma, existimos como seres
humanos sólo en un mundo social que, definido por nuestro
ser en el lenguaje, es el medio en que nos realizamos como seres
vivos y en el cual conservamos nuestra organización y adaptación.
En otras palabras, toda nuestra realidad
humana es social y somos individuos, personas, sólo en
cuanto somos seres sociales en el lenguaje.
6) En la medida que es la conducta
individual de sus miembros lo que define un sistema social como
una sociedad particular, las características de una sociedad
sólo pueden cambiar si cambia la conducta de sus miembros.
Más aún, está visto que las características
de los miembros de un sistema social pueden cambiar de manera
no conservadora si éstos tienen interacciones fuera de
él. Esto ocurre en el dominio humano de dos maneras:
a)concretamente por encuentros fuera de la dinámica misma
del sistema social (en los viajes, por ej.); y
b) por reflexión en el lenguaje.
Los encuentros fuera del sistema social dependen de la movilidad
de sus miembros y de la apertura de éstos para admitir
tales encuentros.
La reflexión en el lenguaje ocurre cada vez que nuestras
interacciones nos llevan a describir nuestras circunstancias al
gatillar en nosotros un cambio de dominio que define una perspectiva
de observación. Esto ocurre principalmente de dos maneras:
a) por falla en el fluir de nuestros actos en algún dominio
de nuestro mundo cultural, al interrumpirse nuestro acoplamiento
estructural en ese dominio de éste; y,
b) porque el operar en el amor (la simpatía, el afecto,
la preferencia) nos lleva a mirar las circunstancias en que se
encuentra el ser u objeto amado y a valorarlas desde ese amor
(preferencia).
La primera manera de pasar a la reflexión en el lenguaje
no es necesariamente social; la segunda, el amor en cualquiera
de sus formas, involucra las fuentes mismas de la socialización
humana y, por lo tanto, al fundamento de lo humano.
Lo significativo de la reflexión en el lenguaje es que
nos lleva a contemplar nuestro mundo y el mundo del otro, y a
hacer de la descripción de nuestras circunstancias y las
del otro parte del medio en que conservamos identidad y adaptación.
La reflexión en el lenguaje nos lleva a ver el mundo en
que vivimos y a aceptarlo o rechazarlo concientemente.
7) La estabilidad de un sistema social
depende de que no se interfiera con su carácter conservador.
Por esto, en todo sistema social humano la búsqueda de
la estabilidad social lleva a:
a) la estabilidad por la conciencia social, al ampliar las instancias
reflexivas que permiten a cada miembro una conducta social que
involucra como legítima la presencia del otro como un igual;
o,
b) a la estabilidad en la rigidez conductual, por una parte, mediante
la restricción de las circunstancias reflexivas, al limitar
los encuentros fuera del sistema social y reducir la conversación
y la crítica y, por otra parte, mediante la negación
del amor, al reemplazar la ética (la aceptación
del otro) por la jerarquía y la moralidad (la imposición
de normas conductuales), al institucionalizar relaciones contingentes
de subordinación humana.
8) En cada sistema social se conserva
la identidad de la clase de seres vivos que lo integran. Así,
si los componentes de un sistema social son hormigas, la identidad
que se conserva en la dinámica estructural del sistema
social es la identidad hormiga. Si los seres vivos componentes
de un sistema social son médicos, la identidad conservada
en los seres vivos componentes de ese sistema social durante su
dinámica estructural es la de médico. Por esto,
nuestra individualidad como seres humanos involucra la conservación
de nuestra vida en la conservación de tantas identidades
como sociedades a las que pertenecemos. Por esto mismo, podemos
dejar de pertenecer a uno u otro sistema social sin necesariamente
desintegrarnos como seres humanos.
9) En la medida que el fenómeno
social humano se funda en el amor, relaciones sociales que dependen
del ver al otro que el amor involucra, como las de justicia, respeto,
honestidad y colaboración, son propias del operar de un
sistema social humano como sistema biológico y, por tanto,
pertenecen al quehacer social humano cotidiano. Por esto, la negación
de estas relaciones desvirtúa el fenómeno social
humano al negar sus fundamentos (el amor) y, toda sociedad que
lo hace se desintegra, aun si sus antiguos miembros deben continuar
interactuando, porque no pueden separarse físicamente.
10) Las relaciones de trabajo son
acuerdos de producción en los que lo central es el producto,
no los seres humanos que lo producen Por esto, las relaciones
de trabajo no son relaciones sociales. El que esto sea así
es lo que justifica la negación de lo humano en las relaciones
de trabajo: ser humano en una relación de trabajo es una
impertinencia. El que las relaciones de trabajo no sean relacione
sociales hace posible el reemplazo de los trabajadores humanos
por autómatas y el uso humano en el desconocimiento de
lo humano, que los trabajadores ignorantes de esta situación
vivencian como explotación.
4. REFLEXIONES
Aunque lo dicho hasta ahora contiene lo fundamental de todo lo
que se puede decir sobre la biología del fenómeno
social, caben algunas reflexiones:
El ser humano es constitutivamente social. No existe lo humano
fuera de lo social. Lo genético no determina lo humano,
sólo funda lo humanizable. Para ser humano hay que crecer
humano entre humanos. Aunque esto parece obvio, se olvida al olvidar
que se es humano sólo de la manera de ser humano de las
sociedades a que se pertenece. Si pertenecemos a sociedades que
validan con la conducta cotidiana de sus miembros el respeto a
los mayores, la honestidad consigo mismo, la seriedad en la acción
y la veracidad en el lenguaje, ése será nuestro
modo de ser humanos y el de nuestros hijos. Por el contrario,
si pertenecemos a una sociedad cuyos miembros validan con su conducta
cotidiana la hipocresía, el abuso, la mentira y el autoengaño,
ése será nuestro modo de ser humanos y el de nuestros
hijos.
Debido al carácter conservador de todo sistema social,
toda innovación social es, al menos inicialmente, resistida
y a veces, de manera extrema. Por esto, una innovación
social se impone sólo, o por seducción, o porque
los nuevos miembros no pueden evitar crecer en ella. Por último,
como toda sociedad se realiza en la conducta de los individuos
que la componen, hay cambio social genuino en una sociedad sólo
si hay un cambio conductual genuino de sus miembros. Todo cambio
social es un cambio cultural.
Todo sistema social humano se funda en el amor, en cualquiera
de sus formas, que une a sus miembros y el amor es la apertura
de un espacio de existencia para el otro como ser humano junto
a uno. Si no hay amor no hay, socialización genuina y los
seres humanos se separan. Una sociedad en la que se acaba el amor
entre sus miembros se desintegra. Sólo la coerción
de uno y otro tipo, es decir, el riesgo de perder la vida, puede
obligar a un ser humano, que no es un parásito, a la hipocresía
de conducirse como miembro de un sistema social sin amor. Ser
social involucra siempre ir con otro, y se va libremente sólo
con el que se ama.
La conducta social está fundada en la cooperación,
no en la competencia. La competencia es constitutivamente antisocial,
porque como fenómeno consiste en la negación del
otro. No existe la "sana competencia", porque la negación
del otro implica la negación de sí mismo al pretender
que se valida lo que se niega. La competencia es contraria a la
seriedad en la acción, pues el que compite no vive en lo
que hace, se enajena en la negación del otro.
Lo central del fenómeno social humano es que se da en el
lenguaje, y lo central del lenguaje es que sólo en él
se dan la reflexión y la auto-conciencia. El lenguaje en
un sentido antropológico es, por lo tanto, el origen de
lo humano propiamente tal, a la vez que su caída y liberación.
El lenguaje saca la biología humana del ámbito de
la pura estructura material, e incluye en ella el ámbito
de la estructura conceptual, al hacer posible un mundo de descripciones
en el que el ser humano debe conservar su organización
y adaptación. Así, el lenguaje da al ser humano
su dimensión espiritual en la reflexión, tanto de
la autoconciencia como de la conciencia del otro.
Pero el lenguaje es también la caída del ser humano,
al permitir las cegueras frente al ser biológico que traen
consigo las ideologías descriptivas de lo que debe ser.
¿Quién no ha tenido la experiencia de desgarramiento
interno al negarse a compartir o a ayudar al que necesita ayuda?
El que cada vez que nos negamos a ayudar o a compartir recurramos
a una explicación para justificar nuestro rechazo prueba,
por una parte, que todo rechazo a ayudar o compartir hace violencia
a nuestro ser biológico básico, y, por otra, que
nuestras ideologías justificativas nos ciegan frente a
nosotros mismos y los demás.
Todo lo dicho muestra que no existe, biológicamente hablando,
contradicción entre lo social y lo individual. Al contrario,
lo social y lo individual son, de hecho, inseparables. La contradicción
que la humanidad llega a vivir en este dominio es de origen cultural.
Es el resultado de:
a) la sobrecarga ecológica que produce y que ha producido
en la historia de la humanidad, una población humana siempre
creciente y que trae consigo la ceguera que genera la justificación
ideológica, de la competencia por la subsistencia; y,
b) la exclusión que toda sociedad hace de todo ser que
no satisface las condiciones de pertenencia que la definen, y
que justificamos ideológicamente, a pesar de saber por
íntima reflexión que todos los seres humanos, como
seres humanos, somos iguales. Esto tiene sólo una salida:
la estabilización y eventual reducción de la población
mundial, y la inclusión efectiva de todo ser humano en
la misma comunidad social.
En la historia de la humanidad, la formación de grandes
comunidades, con la sobrecarga del medio natural que ello implica,
priva a cada vez más seres humanos de su acceso libre a
los recursos de subsistencia que ellos necesitan y queda, necesariamente,
en la sociedad como sistema de convivencia la tarea (responsabilidad)
de proporcionarlos. Esta tarea (responsabilidad) es frecuentemente
negada con algún argumento que pone al ser individual como
contrario al ser social. Esto, como hemos visto, es falaz. La
naturaleza es para el ser humano primitivo el reino de Dios, el
ámbito donde encuentra a la mano todo lo que necesita si
convive adecuadamente en ella. Para el ser humano moderno la sociedad
es la naturaleza, el reino de Dios, que debe configurar el ámbito
donde encontrar a la mano todo lo que hace su bienestar como resultado
de su convivir en ella. Esto en general no ocurre, y lo impide
la enajenación que generan el apego y el deseo de posesión,
enajenación que transforma todo, las cosas, las ideas,
los sentimientos, la verdad, en bienes apropiables, generando
un proceso que priva al otro de lo que debiera estar, para él
o ella, a la mano como resultado de su mero ser y hacer social.
En el apego, en el deseo de posesión, negamos al otro y
creamos con él o ella un mundo que nos niega.
Los problemas sociales son siempre problemas culturales, porque
tienen que ver con los mundos que construimos en la convivencia.
Por esto, la solución de cualquier problema social siempre
pertenece al dominio de la ética, es decir, al dominio
de seriedad en la acción frente a cada circunstancia que
parte de aceptar la legitimidad de todo ser humano, de todo otro,
en sus semejanzas y diferencias. Es la conducta de los seres humanos,
ciegos ante sí mismos y el mundo en la defensa de la negación
del otro, lo que ha hecho del presente humano lo que es. La salida,
sin embargo, está siempre a la mano porque, a pesar de
nuestra caída, todos sabemos que vivimos el mundo que vivimos,
porque socialmente no queremos vivir otro.
La guerra no llega, la hacemos; la miseria no es un accidente
histórico, es obra nuestra porque queremos un mundo con
las ventajas antisociales que trae consigo la justificación
ideológica de la competencia en la justificación
de la acumulación de riqueza, mediante la generación
de servidumbre bajo el pretexto de la eficacia productiva; estamos
aplastados por el exceso de población porque queremos vivir
sin hacernos cargo de que todos los seres humanos tenemos derecho
al mismo bienestar biológico y, por lo tanto, social. En
fin, afirmamos que el individuo humano se realiza en la defensa
competitiva de sus intereses porque queremos vivir sin hacernos
cargo del hecho que toda individualidad es social, y que sólo
se realiza cuando incluye cooperativamente en sus intereses de
los otros seres humanos que la sustentan.
Es posible que para muchos lectores este artículo aparezca
como difícil. Sin embargo, me parece que de hecho no lo
es, pues estoy seguro, que todos los lectores conocen, por su
propia experiencia, la naturaleza íntima del fenómeno
social, y saben que su fundamento es ético. Es decir, estoy
seguro que todos los lectores saben que la naturaleza íntima
del fenómeno social humano está en la aceptación
y respeto por el otro que está en el centro del amor como
fundamento biológico de lo social. Y, por último,
estoy seguro que todos los lectores saben que la armonía
social no surge de la búsqueda de lo perfecto a que invitan
todas las enajenaciones ideológicas, sino de estar dispuesto
a reconocer que toda negación, accidental o intencional,
particular o institucional, del ser humano como lo central del
fenómeno social humano, es un error ético que puede
ser corregido sólo si se le quiere corregir.
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