Parte II

La Satelización del Uruguay

La primera nota de esta II parte
Fue publicada en “Marcha”.
La segunda no.
Ya no existían condiciones
En el Uruguay para denunciar al
Imperialismo brasileño

13. Las múltiples "invasiones" al Uruguay

A fines de 1971, publicamos en Marcha una serie de notas bajo el título "¿Irá Brasil a la guerra?". Nuestras denuncias estaban fundamentadas en los comentarios de diarios brasileños (hay que recordar el de O Estado de S. Paulo: "Los acontecimientos de Uruguay amenazan con colocarnos, en cualquier momento, ante una situación perfectamente idéntica a aquella que, en 1851, forzó a Brasil a transponer las fronteras del Sur ... ") y en los informes sobre la existencia del Operativo Treinta Horas.

Lo que motivaba entonces la agresiva posición de los militares de derecha brasileños era el avance de la guerrilla tupamara y la posibilidad de victoria del Frente Amplio. Los dos motivos, o mejor, pretextos, desaparecieron con la doble derrota: la electoral del Frente y la militar del M.L.N. En consecuencia, el Operativo fue archivado por lo menos temporalmente.

Sin embargo, otras modalidades de "invasión" que se desarrollaban hace tiempo, siguieron; y otras nuevas surgieron. Delfim Netto, el "zar" de la economía brasileña, afirmaba que hay que penetrar África por todos los frentes. Sin que nadie lo diga (la conciencia nacional en el Uruguay es completamente distinta de la vigente en la mayoría de los países africanos, todavía sometidos a mal disfrazadas formas de colonialismo), el Uruguay está siendo penetrado por todos los frentes por los brasileños. Y esa penetración se hace a través de organismos estatales y a nivel privado.

El Banco do Brasil

En los planes expansionistas brasileños, el Banco do Brasil ocupa un papel de fundamental importancia. Por su intermedio, Brasil se inicia en el imperialismo financiero. Y hay que reconocer que d plan elaborado es muy inteligente (los tecnócratas que administran Brasil son verdaderos "Pelés" en sus respectivas especialidades).

Aprovechando una coyuntura verdaderamente excepcional en el mercado financiero internacional (la enorme disponibilidad de eurodólares y la relativa saturación de los mercados de inversiones de Europa y Japón) y la total confianza que Brasil inspira actualmente en el mundo capitalista, el Banco do Brasil pasó a instalar agencias en el exterior. Algunas, en los países ricos, actuarían como recolectaras de recursos, depósitos mediante. Otras, en las áreas geopolíticas bajo influencia brasileña, colocarían, en forma de préstamos, parte de los recursos obtenidos allende. Eso, es obvio, con innegables propósitos colonizadores. Sin duda una gran jugada: hacer colonialismo con recursos ajenos.

Jornal do Brasil, del 22/5/72, titulaba eufórico su página económica: "Depósitos del Banco do Brasil en el exterior aumentan 837 % (entre 1970 y 1971)". Y comentaba: "Con 12 sucursales y dos escritorios en el exterior, el Banco do Brasil es una organización bancaria internacional, con gran poder competitivo y condiciones de contribuir en forma decisiva al desarrollo del comercio exterior brasileño. Las ganancias obtenidas en esas sucursales demuestran, además, que se trata de un negocio de alta rentabilidad".

El mismo diario resumía, en su edición del 29/3/73, las actividades del banco en el exterior. A partir del 1º de abril de 1969, fecha de la inauguración de la sucursal de Nueva York, fueron instaladas "en los grandes centros financieros internacionales", las que siguen: en Hamburgo, Londres, San Francisco, Tokio, París, Lisboa y Madrid.
Además, el año pasado, Banco do Brasil organizó su sociedad multinacional: el European Brazilian Bank Ltd. (Eurobraz). Sus asociados son: Bank of America (Londres), Banque Americas S/ A (Luxemburgo), Deutsche Bank (Frankfurt) y Union Bank of Switzerland (Zurich).

El éxito de las sucursales del B.E. en el exterior fue total: los depósitos aumentaron en los siguientes porcentajes: 304,37 %, 115,67 %, 944,67 % y 156,49 %, entre los años 1969 y 1972. A fines de 1972, el total de los depósitos en el exterior era de 1.932 millones de dólares.

Las sucursales instaladas en los países limítrofes de Brasil son: Asunción, Montevideo, Buenos Aires y dos en Bolivia: La Paz y Santa Cruz de la Sierra (si el lector -maliciosamente- vinculara la instalación de esta última sucursal con los planes  separatistas de la oligarquía de aquella provincia boliviana, incentivados por los brasileños, no estaría equivocado...).

En Montevideo, resulta evidente la enorme expansión del Banco do Brasil. Es obvio que no se tienen datos estadísticos oficiales sobre lo que ya representa el banco en el complejo financiero del país: el famoso sigilo bancario. Se sabe, sin embargo -vox populi.-, que principalmente durante los meses del año pasado, en que el Banco Central enfrentó serias dificultades con los exportadores extranjeros, fueron fundamentalmente el Banco do Brasil y un banco privado norteamericano los que bancaron las importaciones. Que un pequeño país necesite para financiar sus importaciones los recursos o el aval de un banco oficial de un gran país vecino (que no oculta sus propósitos expansionistas), constituye una verdadera tragedia. Una situación que hace recordar otra, bastante lejana en el tiempo y que constituyó una etapa fundamental en la historia del colonialismo brasileño en el Río de la Plata: la del Banco Mauá, dominando la plaza financiera de Montevideo y alcanzaría con que el B.B. aplicase aquí un 10 % de sus depósitos internacionales, para quedarse "de dueño" del mercado financiero uruguayo.

La Petrobrás: del nacionalismo al imperialismo

Con la Ley de Minas de 1934, que estableció el monopolio sobre el subsuelo brasileño. Getúlio Vargas (partiendo de la tesis de que un país que entrega sus recursos naturales entrega su propia soberanía) impidió que el petróleo brasileño cayera en las garras de los monopolios. Su sucesor, el mariscal Eurico Caspar Dutra, intentó entregar el oro negro. Fue el pueblo, entonces, peleando en las calles, quien salvó el petróleo. La campaña “O PETROLEO É NOSSO” fue el mayor y políticamente más importante movimiento de masas de la historia del país. En su segundo gobierno, Vargas vio aprobada la ley 2004, que estableció el monopolio estatal para la extracción del petróleo y creó la Compañía Brasileña de Petróleo, la PETROBRAS.

Petrobrás pasó a ser un símbolo para el pueblo brasileño. Era sinónimo de nacionalismo y de lucha antiimperialista. Durante la dictadura militar, hubo varias tentativas de liquidada. El mariscal Castelo Branco llegó a afirmar: "La Petrobras no es intocable". Sin embargo, el éxito de los "entreguistas" fue solamente parcial: le sacaron a la Petrobrás la explotación de la petroquímica y de la pizarra bituminosa. El mito estaba: demasiado arraigado en el alma popular para liquidado: Petrobrás sobrevivió.

Ahora, ocurre algo aparentemente absurdo. Los diarios pasan a informar que Petrobrás trata de conseguir -y lo consigue- contratos para extracción de petróleo en el exterior. El símbolo del nacionalismo brasileño pasará a ser -en otros países- símbolo de explotación imperialista.

Decíamos "aparentemente absurdo" porque lo que ocurre tiene una explicación dialéctica: la Petrobrás de antes era el símbolo de un pueblo en lucha por su emancipación nacional; la Petrobrás de ahora constituye una prueba de que Brasil pasó a actuar efectivamente como potencia. Lo que vemos es la transformación del nacionalismo popular en nacionalismo imperialista. Desgraciadamente, es la verdad. Los cables y los diarios lo confirman:

"La Petrobrás Internacional S.A. (BRASPETHO) tuvo éxito en sus actividades en el exterior, al descubrir petróleo en Colombia", informaba O Estado de S. Paulo, del 7/4/72.

Cable de I.P.S. del 31/7/72, decía: "Brasil se asociaría con Ecuador para la explotación mixta de las reservas petroleras que hay en la provincia ecuatoriana de Oriente (baja Amazonia)".

Otro, de A.F.P., de agosto 6, informaba: "La Compañía brasileña de Petróleo emprenderá sondeos y prospecciones en el sur y en el centro de lrak en virtud de un acuerdo concluido hoy aquí (Bagdad) con la Compañía Nacional Iraquí de Petróleos".

"Brasil y Argelia van a estrechar sus relaciones en el campo del petróleo (...). Existe la posibilidad de asociación entre las dos empresas (Petrobrás y Sonatrach) para la extracción de petróleo en territorio argelino" (Jornal do Brasil, 17/1/73).

El mismo diario, en su edición del 7/4/73, titulaba una nota:

"Petrobrás confirma estudios para la explotación de petróleo en Tanzania".

La nueva política se "justificaría" -por lo menos desde el punto de vista nacional--, si Brasil no tuviese reservas petroleras para explotar. Todos saben que la realidad es distinta. El propio Jornal do Brasil -13/4/72-, al titular una nota, confirma las embestidas de los trusts internacionales sobre el petróleo de la Amazonia brasileña: "Empresas internacionales interesadas en pesquisar petróleo en el área amazónica".

Bueno, ahora llega la voz del Uruguay. Divulga Jornal do Brasil, en su edición del 10/4/73: "Los sondeos entre el Uruguay y Petrobrás, tendientes a la explotación de la plataforma continental de aquel país -que habían sido suspendidas en razón de la crisis política uruguaya- podrán ser reanudados en cualquier momento. El Uruguay cree que sus reservas petroleras podrán desahogar sus problemas financieros, cada vez más graves. Desde el punto de vista de Petrobrás, el negocio es interesante, pues además de la extracción del petróleo, ganaría una buena participación en el refinado y en la distribución del petróleo". Por lo visto un negocio redondo. Como decimos en Brasil: barba, bigode e cabelo.

El expansionismo a nivel privado

Todos los procesos expansionistas que describimos a lo largo de esas notas fueron minuciosa y científicamente planeados a nivel gubernamental: en la Escuela Superior de Guerra, en los cursos de Estado Mayor de las fuerzas armadas brasileñas, en Itamaratí, en la dirección del Banco do Brasil y otros organismos oficiales. Es verdad que siempre en íntima asociación con los monopolios internacionales establecidos en Brasil y con los organismos que representan lo que queda de burguesía nacional.

Se verifica, sin embargo, otro tipo de penetración cuya responsabilidad no debe ser atribuida al régimen castrense actual. Existe una tendencia expansionista cuyo origen puede ser encontrado en el ciclo bandeirante, y que se mantuvo a lo largo de los siglos. Es un expansionismo no planificado, anárquico, individual (incluso cuando es ejecutado masivamente). Los "bandeirantes" de hoy son los seríngueiros, que invaden la Amazonia boliviana en busca de caucho; los madeireiros y los cafeicultores, que ultrapasan la frontera paraguaya en busca de madera y de terra roxa propia para el cultivo del café; Son los fazendeiros de Rio Grande do Sul, que expulsados por las "plantations" capitalistas, vienen a comprar campos baratos en el Uruguay.

En el número de Marcha del 4/8/72, Eduardo Galeano describía así sus observaciones in loco: "En Paraguay, en cambio, la invasión está a la vista (...). Comprobé, personalmente, que toda esa región ya no pertenece al Paraguay. La frontera ha saltado unos cien kilómetros por encima del río Paraná. Allí todo se dice en portugués, todo Se paga en cruceiros, son brasileños todos los dueños de tierras...".

Bueno, dirá algún lector hincha del gobierno militar derechista brasileño, debe haber una cierta exageración. Galeano es uruguayo, un tipo de izquierda, un "subversivo". Para ese lector incrédulo, transcribirnos algunas líneas de un amplio reportaje del Jornal do Brasil (ya repetimos muchas veces, a lo largo de estas notas, que nada se publica en Brasil que no pase por las manos de la censura oficial: un coronel que lee hasta los avisos está siempre presente en cada redacción). Dice el diario carioca, en su edición del 14/1/ 73, bajo el título: "Solamente brasileños habitan valles de la Amazonia boliviana":

"Decenas de seringais, grandes y medianos latifundios situados en el territorio boliviano, a lo largo de los valles de los dos Acre, Xapurí y Abuña pertenecen y son habitados exclusivamente por brasileños. En ellos, el idioma, la moneda, las costumbres, las tradiciones, las supersticiones, inclusive las fechas cívicas son las de nuestro país. La ocupación de esos valles por brasileños, que llega a una profundidad de 100 kilómetros en el territorio boliviano, tuvo inicio hace 70 años. Hoy, los pocos bolivianos que aparecen, cada dos meses, vienen exclusivamente para cobrar los impuestos aduaneros: en su casi totalidad los 31 mil habitantes de la región son brasileños".

Otra nota del mismo diario calcula que los bolivianos residentes deben llegar a mil. El reportaje dimensiona la ocupación también en el otro sentido, en el sentido de la frontera: "Los 618 kilómetros de frontera que separan Bolivia del Acre están prácticamente ocupados por brasileños".

Para los lectores no totalmente al día con la geografía y con la historia brasileñas, debemos aclarar que el mencionado Acre, es el actual estado brasileño del mismo nombre, que en inicios del siglo fue ocupado militarmente y finalmente anexado a Brasil. El motivo invocado en la época: la región era habitada casi exclusivamente por brasileños; el mismo que sirvió de pretexto a los yanquis para ocupar las más ricas provincias mexicanas y a Hitler para intervenir en Checoslovaquia.

Los fértiles campos de la planicie del Plata

La ocupación -por la compra- de los campos uruguayos por estancieros brasileños tiene otras causas y otras características. Algunas históricas, otras muy actuales.

Oliveira Vianna, uno de los "grandes" de la historiografía oficial en Brasil, señalaba: "Como en el Centro-Sur, con los bandeirantes y sertanistas de Sao Paulo, también aquí tuvimos que llevar más allá, a punta de lanza, las fronteras de nuestros dominios. En poco más de medio siglo, logramos, por la fuerza de las armas, dilatar nuestros límites con España en sus dos sentidos: en el sentido del Oeste, a lo largo del valle del río Pardo, hasta las misiones de San Borja y San Lorenzo; en el sentido Sudoeste, en la dirección de la laguna Merín, hasta el estrecho de Castillos. Fue un movimiento de expansión y conquista que obedeció a una causa puramente económica: la posesión de los fértiles campos de la planicie del Plata".

A pesar de la eficiente acción de los bandeirantes, en razón de la heroica lucha de los orientales que no se conformaron en ser habitantes de la "Provincia Cisplatina", los mejores campos quedaron todavía fuera de las fronteras brasileñas. Solamente en una pequeña franja de tierras, entre Bagé y Quaraí, las pasturas naturales son equivalentes a las uruguayas. Ochenta por ciento del territorio de Rio Grande do Sul es constituido por sierras bastante acentuadas (altitudes de hasta 1.000 metros) y por campos de pastos duros -barba de bode-, sucios, de inferior calidad para la crianza de bovinos y ovinos. En promedio, los campos orientales comportan una población bovina de una cabeza por hectárea de pasto natural; los estancieros "gaúchos" necesitan, en promedio, dos has. para criar un novillo. Si Marx tiene razón -y quién puede dudar que la tenga, especialmente en este particular- el valor de la tierra es determinado por la renta que produce. Luego, el valor real de los campos uruguayos debe ser el doble que los de Rio Grande do Sul.

Ocurre que Brasil vive, en los últimos años, un espectacular boom económico. Ocurre que el Uruguay sufre, en los últimos años, su peor crisis económica.

Además, en R.G.S., se registra actualmente una profunda reforma de la estructura agraria. No una reforma planeada, consecuencia de una legislación específica, ejecutada bajo orientación gubernamental. En absoluto. El gobierno castrense continúa totalmente fiel a su primer aliado: la clase latifundista. Principalmente en el actual período de gobierno, cuando Garrastazú Médici. representa una verdadera "simbiosis" de las dos "clases": es general y latifundista a la vez.

Lo que se verifica es un cambio estructural protagonizado por nuevas fuerzas económicas que “invaden” el campo "gaúcho". El viejo sistema agrario semifeudal ya no aguanta más. Nuevas formas de explotación económica, técnicas científicas e incluso un nuevo tipo de empresario, se tornan necesarios.

El ciclo renovador se inició hace más de veinte años, con las granjas mecanizadas del trigo. En los años 50, la producción evolucionaba rápidamente hacia la autosuficiencia, cuando fue violentamente frenada. Trabada por una brutal agresión económica: los Estados Unidos tenían, entonces, más de 40 millones de toneladas de trigo excedente. Ofrecieron el cereal al gobierno brasileño (con el doble propósito de liquidar el cultivo nacional y a la vez expulsar el trigo argentino y uruguayo del mercado brasileño), con plazo de 40 años (Ley 480). Se registró el colapso casi total de la producción nacional y el estancamiento -por varios años- del cambio social progresista que se verificaba en el campo "gaúcho".

Liquidados los "excedentes" norteamericanos, cesó la presión externa. Los "triticultores" riograndenses volvieron a la carga. Ya ahora, con técnicas más científicas y prácticas más económicas, como la rotación de cultivos, especialmente trigo-soja (que posibilita dos cosechas al año, además de fertilizar -por la fijación del nitrógeno- la tierra). Las granjas capitalistas, produciendo soja, trigo, maíz, sorgos, arroz, etc., están multiplicando el producto agrícola de los tres estados del sur de Brasil. Solamente la soja deberá presentar este año una producción de 4,1 millones de toneladas. De acuerdo con el plan de desarrollo en marcha, la misma deberá alcanzar los 7 millones en 1976 y posiblemente los 10 millones en 1980. Actualmente, el precio de exportación es de U$S 400 la tonelada (lo que significaría una exportación -a los precios actuales- de 4.000 millones de dólares, equivalente al total exportado por Brasil el año pasado). Además, dentro del sistema de rotación de cultivos, están racionalizando -con base a pasturas artificiales- la pecuaria rudimentaria hasta ahora predominante.

Esa revolución técnica produce toda una serie de efectos sociales y económicos. Entre los más importantes, hay que citar el surgimiento del proletariado rural (en sustitución al clásico peón de los establecimientos pastoriles) y la eliminación de la propia clase dominante tradicional -la aristocracia ganadera-. Surge en su lugar, un empresario capitalista, emprendedor, dinámico, generalmente de origen urbano.

Entre las consecuencias económicas, se destacan la enorme valorización de los arrendamientos rurales y del precio de la tierra. Actualmente, los inferiores campos riograndenses valen de tres a seis veces más que los uruguayos de mejor calidad.

Esa tremenda diferencia de precio constituye una atracción irresistible para el estanciero "gaúcho" que está siendo desplazado por los "triticultores". Hoy, él consigue, sin problemas, concretar un viejo (viene de varias generaciones) sueño: poseer un campo de pasturas finas, de tréboles y otras leguminosas y gramíneas finas naturales en el Uruguay. Y, además, poblado con ganado "Hereford" (que hasta ahora había que contrabandear hacia R. G. do Sul).

Y todo eso a "precios de remate". Hace meses, la revista Veja citaba el caso de un fazendeíro de Rio Grande do Sul que, con lo producido por la venta de su propiedad de 370 has., había comprado 1.700 unidades en el otro lado de la frontera.

Es obvio que una simple frontera política -más formal que real, donde el contrabando se practica como cualquier otro negocio e inclusive como hobby- no va a frenar una invasión impulsada por tan poderosas fuerzas económicas. Principalmente cuando no existe, en el Uruguay, ninguna legislación que prohíba la compra de tierras por extranjeros.

No creemos -siquiera- que el proyecto del senador Carlos Julio Pereyra, que intenta regular la materia y que hace meses reposa tranquilamente en algún cajón parlamentario, constituya un obstáculo intrasponible. Todos saben que un porcentaje muy alto del campo uruguayo se encuentra todavía bajo el régimen patrimonial de "sociedad anónima" y que la legislación Uruguaya todavía permite esa monstruosidad que se llama acción al portador (sin duda, el medio más práctico de dominar la economía de un país sin dar la cara). Getúlio Vargas, revelando su visión de estadista y su espíritu nacionalista, prohibía -ya en 1940- ese tipo de documento.

En ese particular somos pesimistas. Aun con la aprobación del proyecto del senador del Movimiento de Rocha e incluso con la modificación de la ley de sociedades anónimas (que aboliese las acciones al portador), la "invasión" continuaría. Quedaría, todavía una enorme brecha: la clásica y universal figura del testaferro. Por casualidad, muy divulgada en toda franja uruguaya de la frontera por otro tipo de fraude: los miles y miles de coches brasileños con doble licencia que circulan por el territorio uruguayo, pertenecientes en realidad a orientales, pero legalmente a brasileños. En ests caso, los testaferros son brasileños; en el caso de las tierras, serían uruguayos. Es evidente que existen los riesgos. Pero la posibilidad de comprar por 1 lo que vale 3 ó 6 representa una tentación muy grande. Una tentación que hace olvidar los riesgos del negocio.

Salvo la hipótesis -poco probable- de que el agro uruguayo se desarrolle, en los próximos años, a un ritmo mucho más acelerado del que se verifica actualmente en el otro lado de la frontera (lo que traería como consecuencia la nivelación del valor de las tierras), es casi seguro que la "invasión" continuará.

Mientras se mantenga en ambos lados de la frontera el mismo sistema social, el capitalismo; mientras la tierra en el Uruguay siga teniendo dos tipos de valor, el de uso y el de canje, la brasilerización de los campos orientales seguirá. La única hipótesis que vislumbramos, la única solución que se nos ocurre para impedido, es radical.
Una reforma agraria que -estatización de la tierra mediante eliminase el valor económico, el valor de la venta de la tierra. Una reforma agraria que tuviese -además de la habitual justificación social- una motivación de carácter nacional, de salvaguardia de la soberanía.

En caso de que eso no ocurra, los estancieros "gaúchos" van a conseguir con cruzeiros (actualmente muy bien cotizados; cuando del último devalúo del dólar -10 %-, los tecnócratas brasileños se mandaron una maniobra demagógica pero de enorme alcance psicológico, valorizaron el cruceiro en 3 %) lo que los "bandeirantes" no consiguieron a punta de lanza: "la posesión de los fértiles campos de la planicie del Plata'.

En resumidas cuentas...

Parece evidente que el Uruguay es objeto de un acelerado proceso de ocupación, no solamente de tipo económico--financiero sino también físico-geográfico. Para comprobarlo señalamos en esta nota solamente tres aspectos de la coyuntura: la compra de los campos uruguayos por ciudadanos brasileños, el creciente control financiero del país por el Banco do Brasil y la tentativa de Petrobrás de adueñarse del subsuelo oriental.

Podríamos citar toda una serie de síntomas más: el contrabando voraz hacia Brasil, que impacta violentamente el costo de vida y baja drásticamente el nivel de consumo de los orientales (en el caso de la carne eso quedó evidente: para evitar el contrabando, se aumentó el precio interno al nivel brasileño; todo el pueblo está pagando por el fraude cometido por un reducido número de contraventores); la invasión permanente de las aguas uruguayas por los pesqueros brasileños, que prefieren las aguas orientales, abandonando los 7,4 mil kilómetros del litoral brasileño a otros piratas, especialmente a los rubios del Norte; la compra de industrias uruguayas e incluso su transferencia hacia Brasil y -lo que es de enorme gravedad-- la fuga de cerebros orientales hacia el Norte (semanalmente somos solicitados, inclusive por desconocidos, especialistas los más diversos, que vienen a informarse sobre cosas del Brasil, porque decidieron irse).

Conclusión

O los orientales logran restablecer la mística que, inspirada por Artigas y por los "33", fue capaz de mantener el Uruguay en sus manos durante un siglo y medio, o serán forzados a seguir el consejo del general Vernon Walters (el hombre de la CIA en Brasil durante muchos años, que organizó el golpe del 1º de abril de 1964 y que ocupa actualmente el puesto de subdirector del mencionado organismo): "El optimista estudia el ruso. El pesimista, el chino. Pero el hombre realmente bien informado está estudiando el portugués con acento brasileño" (Manchete, 28/1/72).

Escrito el 19 de abril de 1973, a 148 años del desembarco de los Treinta y Tres Orientales.

[ Arriba ]

14. ¿Uruguay o Provincia Cisplatina?

Un capítulo de un libro publicado en Brasilia, trascripto por el diario de la democracia cristiana uruguaya -Ahora-- en su edición del 19 de agosto, causó un enorme impacto en Montevideo, y provocará, seguramente, problemas en las relaciones diplomáticas uruguayo-brasileñas. Debe estar preocupando, igualmente, al Palacio San Martín, la cancillería argentina.

Trátase de "Rumos do Brasil" (Rumbos del Brasil), del profesor Rocha Correa, miembro del Instituto Brasileño de Geopolítica y del Instituto Histórico y Geográfico de Sao Paulo.

El volumen fue editado en Brasilia este año, por encargo del Curso de Preparación de Conducción Política, promovido por el Directorio Nacional de la ARENA (Alianza Renovadora Nacional), el partido oficialista brasileño. Se trata de la recopilación de las conferencias dictadas por el referido historiador y geopolítico para los parlamentarios del mencionado partido. El curso de politización fue organizado por el diputado Murilo Badaró, primer secretario del directorio nacional de la ARENA.

A pesar de que el autor inicia el capítulo relativo al Uruguay con una aclaración ("al exponer la siguiente idea, inspirada en la línea política de Juan VI, queremos dejar claro que el autor de este trabajo no ejerce función gubernamental, habla según sus propias ideas ... "), parece obvio que el asunto tiene una muy grande trascendencia. Las conferencias fueron dictadas en el propio recinto de la Cámara de Diputados, dirigidas a los parlamentarios del partido oficial y publicadas por la dirección nacional del mismo. Se puede concluir, en consecuencia, que las conferencias reflejan el punto de vista oficial o, por lo menos, cuentan con el beneplácito de la mayoría parlamentaria. Eso da al libro un carácter oficial, o por lo menos, oficioso.

Sabemos, además, que las ideas expuestas por Rocha Correa no pasan de reiteración de viejas teorías. El propio autor atribuye la paternidad a Juan VI, el rey de Portugal que corrido por Napoleón trasladó la Corte portuguesa, en 1808, para Rio de Janeiro. El rey portugués ocupó la Banda Oriental e intentó, inclusive (partiendo del hecho de que su mujer -Carlota ]oaquina- era hermana de Fernando VII y que el trono de España estaba acéfalo) integrar bajo su corona toda Hispanoamérica.

Durante un siglo y medio mucho se escribió -en Brasil sobre el tema, lamentando la pérdida (en razón de las luchas de Artigas y de los Treinta y Tres Orientales) de los "fértiles campos de la planicie del Plata" y del dominio de la orilla norte del río, lo que posibilitaría el control y -en caso de guerra- el bloqueo de Buenos Aires y de toda la Argentina, por Brasil.

Esas teorías sobre la "vocación rioplatense de Brasil" y sobre "el destino manifiesto de Brasil en el Cono Sur", tomaron forma "científica" (fueron formuladas, por primera vez, dentro de los cánones de la moderna geopolítica), en el libro del general Golbery do Cauto e Silva, "Geopolítica do Brasil", editado en 1952 por la "Biblioteca del Ejército". Las mismas fueron intensamente discutidas en los últimos veinte años, en la Escuela Superior de Guerra y en los cursos del Estado Mayor de las FF. AA. brasileñas e incorporadas a la estrategia diplomática de Itamaratí.
En algunas oportunidades, esas teorías llegaron a ser formuladas en forma ostensible por jerarcas militares brasileños. Alcanza con recordar las declaraciones del general Justino Alves Bastos, cuando comandaba el III Ejército, el de la frontera Sur, amenazando con intervenir en el Uruguay ("nadie puede estar tranquilo en su casa cuando la casa del vecino se prende fuego"), y las del ministro de la Marina, Adalberto de Barros Nunes, sobre la "existencia de un vacío de poder en el Atlántico Sur", que debería ser llenado con la presencia brasileña.

Sin embargo, generalmente, las tesis geopolíticas de la Escuela Superior de Guerra y del Estado Mayor, constituyeron asunto top secret: documentos a los cuales solamente la alta jerarquía castrense, los servicios de inteligencia, los alumnos de las mencionadas escuelas y los jefes de Itamaratí, tienen acceso. Es verdad que algunos de esos documentos secretos llegaron al conocimiento público. Así, el que establecía las áreas estrategias de Brasil y el Opcmtivo Treinta Horas.

En el presente caso, no hubo la menor preocupación de mantener el secreto; el libro de Rocha Correa está a disposición del público brasileño (eso quizá constituye una prueba de que interesa al gobierno brasileño la divulgación de la idea como una etapa de la guerra psicológica preventiva).

Los propósitos expansionistas fueron expuestos en forma descarada y brutal: "NUESTRO PENSAMIENTO ES DE QUE PARTA DE BRASIL, EN ESTE SESQUICENTENARIO (Brasil conmemoró el 7 de setiembre del año pasado 150 años de independencia política). LA INVITACION OFICIOSA PARA QUE URUGUAY SE REUNA CON BRASIL, DE NUEVO".

De seguido, el geopolítico brasileño expone toda una serie de argumentos en favor de la anexión, siempre en el mejor estilo geopolítico.

Una frontera que es un mito

"A tal punto nos vincula la geografía, que cerca de 300 kilómetros de frontera son casi un mito; no hay ningún accidente geográfico que la fije; por ahí transitan, además del hombre, una economía y un pensamiento prácticamente indiferenciables."

La integración vial

"Además de los contactos fluviales (por el río Uruguay, por la Laguna Merim, por el Yaguarón y por el Cuareim), marítimos y aéreos, tenemos otros cuatro ferroviarios, por Yaguarón, Livramento, Quaraí y Barra de Quaraí. La inclusión del Ramal Principal Sur, que está a punto de finalizar, pondrá al Uruguay en comunicación con los grandes centros brasileños. Por lo menas cinco carreteras nos comunican, por Bagé, Chuy, Livramento y Uruguaiana. Muy pronto esa comunicación estará completamente asfaltada. Uruguay estará entonces mejor vinculado a Brasil que muchas de las unidades de la Federación brasileña entre sí. Entre Uruguay y Rio Grande do Sul pasará, pues, un flujo de comercio, de turismo y de intercambio cultural que redundará en la unión práctica de los dos países."

Los obstáculos por superar

"Se dirá, contra nuestra sugerencia, que Uruguay está más adelantado que el promedio brasileño en varios sectores, como el social, el de la instrucción, el de la estabilidad institucional. Estamos de acuerdo."

Cómo Superarlos

"Pero confiamos en que en menos de una década lograremos idéntico progreso en estos ámbitos, además de las ventajas técnicas, industriales y económicas que ya poseemos.

"También se podrá decir que Uruguay tiene un clima diferente y está habitado sólo por la raza blanca. Pero en eso no difiere de Río Grande, de Santa Catarina o de Paraná.

"En cuanto al idioma, no habrá problemas: dentro de diez años el portugués será entendido y hablado en todos los alrededores de Montevideo, e incluso en la capital cisplatina una gran parte de la población entenderá nuestro idioma. A pesar de la gran influencia argentina y de la cercanía de Buenos Aires, el destino de Uruguay es volverse bilingüe a corto plazo, con futura ventaja del portugués en un plazo más lejano ...

"El vínculo físico, económico, cultural y demográfico dará el sí a favor de Brasil. El tradicionalismo y las razones de política formal se adaptarán al nuevo hecho."

Ventajas para Uruguay de la integración

"La unión de Uruguay con Brasil sería muy interesante para nuestros vecinos, desde el punto de vista económico. Significaría la participación directa en un mercado que se acerca rápidamente a los cien millones de consumidores, y cuya elevación de poder adquisitivo es algo seguro.

"La producción cisplatina no es competitiva sino complementaria de la nuestra."

Lo fácil que será la integración económica

"Creemos que una decena de agencias del Banco do Brasil y otra del Banco del Estado de São Paulo serían suficientes para financiar la economía de una región como el Uruguay, ayudándola en una emergencia, pues la población del país cisplatino es similar a la de Araraquara o la de Sorocabana (subregiones del estado de São Paulo)."

El retorno a la fraternidad brasileña

" ... Es en este sistema plural (el autor analiza las varias regiones económicas en que actualmente se divide Brasil), con centro de gravitación en el propio suelo brasileño, con equilibrio estable, que creemos que debe ubicarse también un Uruguay nuevamente unido a Brasil. Este Uruguay que es como una prolongación de nuestro glorioso y querido Rio Grande y que retornaría, por lo tanto, a la fraternidad brasileña, para alegrías y ventajas recíprocas."

Luego, Rocha Correa hace una "retrospectiva histórica", con la cual pretende justificar el plan integracionista.

Las bases históricas

Veamos la línea maestra, el argumento central de la tesis del geopolítico brasileño. Rocha Correa afirma que "la unión con Brasil sería muy interesante para nuestros vecinos (los uruguayos)". Y confiesa que su tesis está "inspirada en la línea política del Juan VI".

En consecuencia sería de suponer que la política del rey lusitano fue favorable a los orientales, que las intervenciones portuguesas en la Banda Oriental resultaron benéficas para su pueblo y para su economía. En esta hipótesis, se podría admitir que una nueva unión con Brasil fuese interesante para los uruguayos, como pretende el geopolítico brasileño. Caso contrario, toda la argumentación de Rocha Correa no tiene base histórica: parece obvio que los orientales no se sentirán tentados por repetir una experiencia que, en el pasado, les resultó negativa.

Caben consecuentemente las preguntas: ¿Qué hicieron los portugueses en la Banda Oriental? ¿Cómo reaccionaron los orientales?.

La intervención del año 11 tiene características netamente geopolíticas: buscaba el control del río de la Plata (fundamental para los propósitos de colocar todo el hemisferio sur bajo el dominio luso-brasileño), y la posesión de los ricos campos de la campaña oriental. Decía Artigas en su proclama del 11-4-1811:

"Yo no me detendré en reflexiones sobre las ventajas que adquirirían los portugueses si una vez ocupasen la plaza y puerto de Montevideo y la campaña oriental (...). El particular deseo que ha demostrado la corte de Brasil de introducir su influencia en tan interesante provincia: dueños de sus límites por tierra, seguros de la llave del río de la Plata, Uruguay y demás vías fluviales, y aumentando su fuerza con exceso no sólo debían prometerse un suceso tan triste para nosotros cama halagüeño para ellos... ". Por lo visto, el Caudillo no juzgaba "muy interesante" para los orientales la unión con Brasil.

Carlos Machado resume lo que fue la invasión de las divisiones al mando de Souza, Mena Barreta y Curado: "Se apoderaron de Melo y avanzan, cometiendo atropellos. Pascual de Rivas, el párroco de Melo, deberá reclamar que le devuelvan el cáliz de la misa, robado por los invasores. Oubiña, el cura de Pintado, era más eloicuente: «me han dejado sin camisa». De la Sota relata que se llevaron para: Rio Grande 700.000 caballos y dos millones' de vacas" 30.

" ... pueblos enteros habían de ser entregados al saqueo horrorosamente, pero sobre todo, la numerosa y bella población de Montevideo se vio completamente saqueada y destruida; las puertas mismas y ventanas, las rejas fueron arrancadas, los techos deshechos por el soldado que quería quemar las vigas que le sostenían; muchos plantíos acabados; los portugueses convertían en páramos los abundantes campos por donde pasaban, y por todas partes se veían tristes señales de desolación ... " Quién lo dice es don José Artigas.

La barbarie lusa llegó a extremos tales que al pueblo oriental no le quedó alternativa: emprendió el éxodo abandonando todo. "Toda la Banda Oriental me sigue en masa (...). Unos quemando sus casas y los muebles que no podían conducir; otros caminando leguas a pie ( ... ) por haberse consumido sus cabalgaduras ( ... ). Mujeres ancianas, viejos decrépitos, párvulos inocentes, acompañan esta marcha manifestando todos la mayor energía y resignación en medio de tantas privaciones" -relataba Artigas, en nota a la Junta Gubernativa del Paraguay-. Y describía (en oficio al gobierno de las Provincias Unidas) la situación a que había quedado reducido el patrimonio de los orientales, después del saqueo lusitano: "No se pueden expresar las necesidades que todos padecen expuestos a la mayor inclemencia, .sus miembros desnudos Se dejan ver por todas partes y un poncho hecho pedazos liado a la cintura es todo el equipaje de los bravos orientales" .

Es evidente que el testimonio de Artigas no va a cambiar la idea que Rocha Correa se formó sobre la lucha de la civilización luso-brasileña: contra la barbarie rioplatense, pues ése es el punto de vista oficial de la historia en Brasil, prácticamente no contestado por ningún planteo revisionista. Nuestro geopolítico está totalmente mal informado (como todos los brasileños que no tuvieron la oportunidad de vivir en el Uruguay) sobre el caudillo de los orientales. No sabe que Artigas, un personaje tremendamente adelantado en relación a su época, pensaba así: "... no hay que invertir el orden de la justicia; mirar por los infelices y no desampararlos sin más delito que su miseria (...); olvidemos esa maldita costumbre que los engrandecimientos nacen de la cuna" (carta a don José Silva). Ignora, seguramente, el historiador brasileño que Artigas, ya en 1815, con el Reglamento para el fomento de campaña..., tomaba medidas de reforma agraria, increíblemente radicales para la época, estableciendo el confisco, sin indemnizaciones, de los "terrenos repartibles" (que "son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos") y determinaba la distribución de los mismos, "con la prevención que los más infelices serán los más privilegiados'.

En el año 16, vuelven los portugueses, bajo el mando de Lecor. A Artigas, al no ceder a las imposiciones de Pueyrredón ("El Jefe de los orientales ha manifestado en todos los tiempos que ama demasiado a su patria para sacrificar este rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad"), al ser traicionado por los representantes de las clases dominantes de Montevideo (que veían en el invasor la garantía de sus privilegios, momentáneamente amenazados por el radicalismo del caudillo popular), al ser derrotado militarmente por la superioridad del enemigo, no le quedaba otra alternativa digna que el exilio en Paraguay (otro país bárbaro -según los conocimientos históricos de Rocha Correa- posteriormente también civilizado por Brasil).

Bajo el dominio de Lecor, el saqueo fue total. Uruguay se transformó en una vaquería de los estancieros "gaúchos" y en una fuente de materia prima de los saladeros de Pelotas: "La mayor parte de la hacienda es traspasada al Brasil; durante varios años, no se ve por esos campos más que partidas de portugueses arreando enormes tropas de ganados. En una operación sistemática, continua, ordenada, que agota la ganadería enriqueciendo las "fazendas" de Rio Grande; apenas se salvan algunas vacadas cimarronas ocultas en los montes. Para facilitar la operación, se prende fuego a los montes y pajonales" (Alberto Zum Felde).

Con la independencia de Brasil (7 de setiembre de 1822), la situación no cambió. Como Lecor reconoció el nuevo gobierno de Rio, siguió el Uruguay dominado, ahora directamente por los brasileños. Y el trato no fue, en absoluto, mejor, más digno, más humano. El propio Rocha Correa lo reconoce: " ... en 1826, se rebeló la Cisplatina. D. Pedro, disgustado con tantos acontecimientos adversos, no buscó las justas causas de la rebeldía cisplatina. Usó la misma política violenta con la cual había derrotado a Pernambuco'.

Violentamente empantanado por la crisis interna, derrotado militarmente por los orientales, presionado por Inglaterra que veía con desconfianza los propósitos hegemónicos de Brasil sobre la Banda Oriental, al gobierno brasileño no le quedó otra alternativa que la paz y el archivamiento -provisorio al menos- de sus planes de establecer en forma permanente su presencia en el Plata.

En 1851 obligan al gobierno oriental a firmar uno de los más vergonzosos tratados de la historia del colonialismo: un tratado por el cual Uruguay reconoce el derecho de Brasil a intervenir para mantener el orden y el gobierno constituido ( un antecedente histórico de lo que sería después la Enmienda Platt, impuesta por los Estados Unidos a Cuba); un tratado por el cual Uruguay reconocía la legitimidad de una frontera impuesta por la fuerza de las armas; un tratado por el cual la Aduana uruguaya quedaba hipotecada a Brasil; un tratado por el cual las aguas uruguayas fueron liberadas para los barcos brasileños; un tratado que transformó a las autoridades orientales en capitães do mato, en captores de los esclavos fugados de Brasil y que aseguró a los fazendeiros gaúchos establecidos en la R. O. del Uruguay la posesión de esclavos, a pesar de que la esclavitud ya había terminado, en 1846, en la patria de Artigas.

"Por medios ilegítimos y nulos nos arrebató (el imperio de Brasil), en 1816, toda la extensión al norte del Ibicuy, que comprende los ríos Mbutay, Ibacurá, Piratiní, Ijuí, Pera y, Cebollatí y toda la extensión al norte del Yaguarón hasta la Laguna Merin. Esta extensión arrebatada en 1816 encierra un área de 2.920 leguas marítimas. Luego, con la incorporación, nos arrebató toda la extensión que media entre el Ibicuy y el Cuareim, aprovechándose de esa gran vena de agua del Ibicuy, y tomando por línea desde el Cuareim, los Once Cerros, el río Santa María y Santa Tecla en dirección al Yaguarón, nos quitó otras mi leguas marítimas. Los tratados de 1851 sancionando esas diversas usurpaciones contra los tratados de 1777 y apoderándose de la margen derecha del Yaguarón y de la Laguna Merim hasta el Chuy, dieron a nuestro territorio otro mordisco de 280 leguas marítimas. Es preciso que esos actos sean declarados nulos, írritos y de ningún valor. Seamos ante todo orientales" -escribía Juan Carlos Gómez, en El Pueblo de Buenos Aires, en 1864.

"... el Uruguay, y más precisamente la frontera, se convertía en virtud de ese malhadado tratado en un campo de invernada, de engorde, de ganados uruguayos y brasileños" (Barran y Nahum).

La ocupación era, entonces, múltiple: físico-demográfica (los 40 ó 50.000 brasileños que poseían prácticamente todas las tierras al norte del río Negro), financiera (el Barón de Mauá fue el tutor financiero de aquellos "años revueltos") y militar, siempre que se tornaba necesario a la seguridad de los intereses nacionales de Brasil o de los privados de los brasileños que vivían de este lado de la frontera.

Durante años, el protagonista fue Irineu Evangelista de Souza, el barón de Mauá ("el agente y ejecutor principal de nuestra política en el Sur, el depositario de nuestros secretos diplomáticos, nuestro plenipotenciario"). Como Rocha Correa, Mauá también pensaba ayudar a los orientales: "El país era un verdadero cadáver político, económico y financiero. Los diez años de guerra civil lo habían asolado todo. Desde mi punto de vista (R. C. también "habla según sus propias ideas"), sólo la ocupación brasileña y los nuevos auxilios del Brasil durante algunos años salvarían a esa nacionalidad de una disolución completa... "(citado por Juan Antonio Oddone, Cuadernos de Marcha, Nº 5).

Cuando los patacones del Banco Maná no eran suficientes --corrupción mediante- para asegurar la dominación brasileña, otros protagonistas desplazaban temporariamente a Irineu Evangelista. "Ellas -las cañoneras brasileñas-- pretenden imponer el bloqueo en los puertos de Paysandú como un medio destructor de la riqueza y como un elemento de vasallaje y conquista con que pretenden dominar la patria del inmortal Artigas" -decía Leandro Gómez, en la víspera del sitio del puerto uruguayo-.

Para proteger los intereses de los fazendeiros gaúchos del norte del Río Negro (el mismo pretexto utilizado por los yanquis en sus intervenciones en el Caribe), el ejército brasileño bajo el mando de Menna Barreto, la marina bajo el comando del almirante Tamandaré y el títere Venancio Flores, sitiaron, bombardearon, destruyeron Paysandú. La heroica defensa duró un mes; la enorme superioridad militar (20 mil atacantes, solamente 800 defensores) determinó la masacre. Leandro Gómez y otros cien sobrevivientes fueron sumariamente fusilados.

Mientras Mauá o los generales actuaban, intelectuales y políticos brasileños -como actualmente Rocha Correa- invitaban a los orientales a "volver al gremio de la familia brasileña": "Por lo que respecta al Estado Oriental del Uruguay o antigua Provincia Cisplatina, presa igualmente de tantas agitaciones y dificultades en el presente y de tantas incertidumbres y peligros en el futuro, si por ventura de sus hijos más dedicados y más ilustrados apoyados en el sufragio universal en toda su pureza y espontaneidad de su patriotismo creyeron que les convenía más volver al gremio de la familia brasileña antes de dejar consumir la patria en la vorágine de luchas y ambiciones, tampoco podría dársele el nombre de usurpación, de conquista, ni aún de anexión: sería cuando mucho una restitución ..."-escribía "alguien" -posiblemente el propio ministro de Relaciones Exteriores brasileño en el diario carioca Jornal do Comércio, en 1861 (citado por Alfonso Fernández Cabrelli, Para Todos Nº 10).

De cuando en cuando, las "invitaciones" cedían lugar a las amenazas. Otro diario carioca, citado por Arturo Ardao (Cuadernos de Marcha, Nº 4), escribía en 1871: "En tales circunstancias, ¿conviene a Brasil la permanencia de este eterno centro de discordia? ¿No le será más conveniente ocupar militarmente el territorio al norte del río Negro, casi exclusivamente habitado por brasileños, como garantía de lo que adeuda el Estado Oriental? De cierto que es ésta la política que seguiría un gobierno verdaderamente patriótico, que se interesase por el progreso material de Brasil, constantemente embarazado en su marcha por las eternas disensiones del Uruguay. Y si en un plazo dado no se resolvieran todas las cuestiones orientales, entonces el Brasil, asumiendo la posición que le compete como primera nación de América del Sur, borraría del mapa de las naciones a la titulada República Oriental del Uruguay y con su territorio formaría de nuevo la Provincia Cisplatina...".

Exactamente un siglo después, en enero de 1971, O Estado de S. Paulo repetiría la amenaza: "... los acontecimientos de Uruguay nos amenazan colocarnos, de un momento para otro, ante una situación perfectamente idéntica a aquélla que en 1851 forzó a Brasil a trasponer las fronteras del Sur para que el Uruguay no fuese absorbido por la Argentina de Rosas".

Ahora, por la mano de Rocha Correa, vuelve la invitación. Como lo decía Juan Bautista Alberdi, en 1869, "las quimeras que el Brasil mantiene, cuando piensa que su papel en Sud América es el de Francia en Europa, el de Estados Unidos en Norteamérica, el de Roma (imperial) ... ".

"Juntos luchamos (uruguayos y brasileños), en 1851, 1862, 1864 Y 1865/70, en cuatro memorables campañas, lo que no es vergonzoso recordar, pues no fueron hechas contra pueblos hermanos sino contra tiranos que los esclavizaban" -afirma Rocha Correa, en su libro-.

Desgraciadamente, no es así. Para nosotros, los brasileños antiimperialistas, es vergonzoso recordarlo, pues las memorables campañas fueron hechas contra pueblos hermanos y los tiranos liquidados por el Imperio brasileño eran auténticos caudillos populares.

El geopolítico brasileño está totalmente encuadrado por el falso dilema: Civilización o Barbarie, que constituyó la piedra angular de la estrategia brasileña en el sur del continente, en el siglo pasado. Lo que prueba lo que dijimos anteriormente: el proceso de revisionismo histórico todavía no empezó en Brasil. Los historiadores brasileños siguen no comprendiendo lo que Guizot, en la Cámara francesa, colocaba en términos meridianamente claros, hace casi un siglo y medio:

" ... hay en los estados de la América del Sur dos grandes partidos, el partido europeo y el partido americano. El europeo, el menos numeroso, comprende a los hombres más esclarecidos, los más familiarizados con las ideas de la civilización europea. El otro partido, más apegado al suelo, impregnado de ideas puramente americanas, es el de los campos. Este partido ha deseado que la sociedad se desarrollara por sí misma, a su modo, sin préstamos, sin relaciones con Europa. El general Rosas es el jefe del partido de los campos, y el enemigo del partido europeo" 31 .
En Brasil predominó -durante el imperio de los Braganças-, el "partido europeo".

Cuando el ejército francés invadió Portugal, los ingleses realizaron una gran maniobra diplomática. Salvaron a Juan VI y a la corte portuguesa, embarcándola en su flota y trasladándola al Brasil. El enorme sometimiento de Portugal a S. M. Británica 32, se volvería, en razón de la nueva deuda, total.

Como señala Charles Morazó, "durante la travesía del Bragança de Portugal a Brasil, el almirante inglés dispone de todo el tiempo necesario para adoctrinar a su protegido y arrancarle promesas y un sólido tratado de comercio ... ". Fue así, como dijo Manuel Bonfim, que Rio de Janeiro fue "tomado de asalto por los 15.000 hidalgos pervertidos" que componían la corte lusa. Y cómo Brasil se convirtió en una colonia inglesa: la apertura de los puertos y la baja de las tarifas aduaneras para los británicos, que pasaron a pagar menos de lo que pagaban anteriormente los propios portugueses.

Con el regreso de la corte lusitana, la independencia se volvió inevitable, por más esfuerzos que hiciera el príncipe real, el futuro Pedro I. Él escribía a su padre: "Estoy conteniendo con todas mis fuerzas la declaración de la independencia, ya por algunos muy deseada y que será, a mi entender, inevitable...". Juan VI pensaba lo mismo y contestaba: "Si el Brasil se ha de separar, que antes sea para ti, que me has de respetar, que para algunos aventureros...".

Fue así que Brasil se volvió independiente. Media independencia, independencia otorgada, negociada, indemnizada (Brasil asumió las deudas de Portugal en la City), que mantuvo todos los privilegios de los ingleses, de la Casa de Bragança y de la oligarquía, predominantemente portuguesa. Es por eso que Manuel Bonfim, el gran historiador nacionalista, exclamaba: "La Independencia del Ipiranga nos parece un sacrilegio".

Canning sabía perfectamente que, con Pedro 1, el Brasil continuaría siendo europeo: "Ah, ¿se oponen a reconocer al Imperio Brasileño? Entonces, lo abandono y tendrán que ver al Brasil perdido para la Corona portuguesa: una monarquía de menos, y una república más..." --amenazaba en el plenario de la Santa Alianza.

Y Brasil seguiría siendo europeo bajo el largo gobierno de Pedro II, el Pedro Banana, como lo llamaba el pueblo. Un intelectual alienado, amigo de literatos y científicos (Víctor Ruga y Graham Bell, entre otros) que escribía versos en francés y esperaba, ansiosamente, cada semana, la llegada del barco de carrera que le traía las últimas ediciones de París. A él se aplican a medida las palabras de Luis Alberto de Herrera: " ... vive, pues, con el oído atento a las inflexiones de la voz francesa que ha sustituido, en mucho, a la voz de la propia sangre. Así vemos que, a dos mil leguas de distancia, se vibra con las mismas pasiones de París, recibiendo idénticos sus dolores, sus indignaciones y sus estallidos neurasténicos" 33 .

Pedro II era un civilizado. Fue ésa la civilización que Brasil intentó imponer en el Cono Sur, combatiendo durante medio siglo la barbarie representada por caudillos como Artigas, Rosas y Solano López.

El proceso de liberación en Hispanoamérica fue completamente distinto: "La abdicación de los reyes y la invasión del intruso determinaron a las ciudades españolas a prever por sí mismas su destino. Revivía el viejo espíritu forero y se anunció el principio básico de la revolución hispanoamericana. Ausente el rey, el pueblo reasume la soberanía" -Lincoln Machado Ribas 34.

En vez de emperadores portugueses o afrancesados, los pueblos hermanos tuvieron gobernantes auténticos en la primera etapa de sus respectivos procesos de liberación: "La voluntad de los pueblos se anudó en el federalismo a través de sus expresiones más auténticas: los caudillos (...). Los caudillos expresaban la resistencia de los pueblos hambreados, desposeídos y humillados. Constituyen la primera forma de expresión de nuestras masas populares.

El caudillo no recibe su mando y su poder del título hereditario, es ungido por el pueblo"35 (V. Trías).

Reflejando los intereses de su clase -los estancieros rioplatenses, tempranamente ganados por la vida comercial (venta de cueros, ganado en pie y, posteriormente, la carne salada) – “Rosas llevó al plano político la dictadura con que había organizado el sistema de producción en las estancias por él administradas (...). Alianza de la burguesía ganadera bonaerense con los sectores populares (...). En 1835, Rosas tiende la mano al interior al dictar la Ley de Aduanas (...). Los talleres de artesanía se han poblado (...). Mucha gente imagina que Rosas, dictador y aún tirano, no ha podido ser demócrata. Democracia significa gobierno del pueblo, con libertad o sin ella. Y no cabe dudas que Rosas gobierna con el pueblo y lo representa...” 36.

Ley de Aduana. Prohibición de la exportación de oro. Cierre del Río de la Plata. Desarrollo industrial independiente. Es obvio que la Europa reaccionaria de posrestauración no podía tolerar eso. El "mal ejemplo" podía proliferar, contaminando al resto de América. Había que liquidar a Rosas, en nombre del liberalismo. En su fase de expansión global, el imperialismo no podía admitir puertas cerradas. Rosas representaba, en aquel momento, la antítesis del liberalismo, del librecambismo, de la "civilización". Y el Río de la Plata estaba cerrado con cadenas de hierro para impedir la acción de los mercaderes-piratas ingleses.

Las flotas de guerra de Inglaterra y Francia fueron enviadas a imponer el orden en aquel reducto bárbaro, en nombre de la Civilización. Fueron derrotadas por Rosas, por el pueblo argentino. Fue la primera gran derrota sufrida por el imperialismo en tierras latinoamericanas. La segunda sólo vendría más de un siglo después con la Revolución Cubana.

Derrotado, el imperialismo inglés accionó su gendarme, el imperio bragantino. En nombre de la libertad, el imperio esclavista brasileño se movilizó contra el tirano. Usando una vieja práctica imperialista, compró Brasil, inicialmente, a parte de la oligarquía argentina. Instituía así, en el hemisferio, la diplomacia de los patacones (como la llamó José María Rosa). Lo que no habían conseguido Inglaterra y Francia unidas -liquidar la incómoda figura de Rosas, que estaba obstaculizando la expansión del imperialismo europeo en América del Sur, vía Río de la Plata- fue obtenido por el Imperio brasileño y por las oligarquías porteña y uruguaya.

Rosas, el caudillo que a su manera había llegado a una conclusión similar a aquella sobre la cual Marx constituiría su tesis fundamental -"la verdadera riqueza de las estancias son sus brazos" -, fue expulsado. Terminaba "la Confederación Argentina de Rosas, que con su sufragio universal, igualdad de clases, fuerte nacionalismo y equitativa distribución de la riqueza, será tenida como una verdadera y sólida república socialista (...) adelantada al tiempo y nacida lejos de Europa" (Revista del Inst. J. M. de Rosas).

Disminuyeron las tarifas aduaneras, la exportación del oro y de la plata volvió a ser permitida, la importación fue totalmente liberada, la industria artesanal fue liquidada, los ríos fueron abiertos a todas las naciones, los capitales extranjeros volvieron a entrar, el imperio inglés se consolidó y permanecería -por casi un siglo- en el Río de la Plata. Sin embargo, quedaba un problema: el Paraguay de Solano López, otro tirano, según la historiografía oficial brasileña.

La otra gran "hazaña" del Imperio brasileño fue la liquidación del Paraguay. El bárbaro país guaraní había proclamado su independencia en 1811, once años antes que Brasil. Bajo las presidencias de Francia, de Carlos Antonio y de Francisco Solano López, se había transformado en el país más progresista de América latina. Las tesis radicales de Artigas y de Mariano Moreno fueron puestas en práctica. El Paraguay era un país de hombres libres; no había, como en Brasil -hasta 1888- esclavitud. El gobierno monopolizaba los principales ramos de la economía, como la yerba, la madera y el tabaco. El comercio exterior era estatal. No había latifundios, ni campesinos sin tierras. El gobierno arrendaba la tierra y distribuía el ganado y las herramientas de trabajo a todos. La enseñanza era obligatoria; el gobierno daba alojamiento, vestimenta, libros, útiles y merienda escolar a todos los hijos de padres pobres. En los talleres metalúrgicos estatales (Alberdi veía en los mismos la influencia de los talleres nacionales preconizados por Luis Blanc y del Banco del Pueblo de Proudhon), el gobierno guaraní construía barcos, armas y herramientas para el cultivo de la tierra. Antes que los países civilizados de América latina, el Paraguay construyó su primer ferrocarril (Asunción- Villarrica) y también la primera línea telegráfica con una extensión de 300 kilómetros, Asunción-Paso de la Patria.

Y todo eso sin la participación del capital extranjero y sin préstamo concedidos por los banqueros de la City. Paraguay no era, como Brasil, una "colonia de banqueros" (definición de Gustavo Barroso). "Imperdonable primitivismo...", ironiza Luis Alberto Murray 37.

Poco antes de morir, Carlos Antonio López preveía lo que iba a suceder:

"Considero que lo que los europeos llaman intervención en México va a ser ocupación y no intervención. Después de México, que ellos van a civilizar, nos han de querer venir a civilizar a todos...".

La ocupación del Uruguay por las tropas brasileñas señaló el comienzo de la cruzada civilizadora. La reacción de Solano López suministró el pretexto para el desencadenamiento de una de las guerras más bárbaras de la historia. Los paraguayos lucharon como muy pocos pueblos, antes o después de ellos. Sarmiento, el historiador oficial de la Argentina, insospechable, por lo tanto, en ese particular, relató el heroísmo sin par de la resistencia:

"A los soldados suceden los ciudadanos de edad mediana, a éstos los ancianos, a los ancianos los niños, a los niños las mujeres (...). La mayor parte son niños de 10 a 12 años, armados de lanza y su talla para formar línea (...). Se imagina el horror de aquellos combates en que soldados argentinos y brasileños, en el calor de la refriega, caen sobre estos grupos de chicuelos".

Son contradictorias las informaciones sobre la población del Paraguay antes de la guerra. Algunos historiadores hablan de más de 1,3 millones de habitantes, otros consideran la cifra exagerada, juzgando que la misma no ultrapasaba un millón. Terminada la guerra, la población se había reducido a 140.000 ancianos y niños del sexo masculino y 180.000 mujeres y niñas. Dos de cada tres, o 3 de cada 4 paraguayos fueron muertos en el fantástico genocidio en nombre de la civilización. Solamente medio siglo después, en 1914, el Paraguay consiguió alcanzar un total de 800.000 habitantes.

Pero el tirano había muerto, el Paraguay había sido liberado, su economía liberalizada; el imperialismo inglés estaba satisfecho. Otro mercado se había abierto a sus capitales y a los productos de sus fábricas. Después de la paz, a manos de Brasil, Paraguay fue introducido en el imperio financiero de Gran Bretaña. Suscribió su primer préstamo por un total de £1.438.400, de los cuales vio solamente 200.000. Estaba a salvo la civilización...

"El conquistador brasileño era el titular legítimo de los despojos del vencido, pero D. Pedro encontró que un imperio entrampado no es un imperio, que el dinero gobierna y que la presa no era suya sino de sus propios acreedores. Hizo una guerra sólo para los ingleses. Había arruinado al Brasil y había arruinado al Paraguay. ¿Para quién sino para los ingleses?" (C. Pereyra) 38.

Hoy, un siglo después, Brasil sigue fiel a su vocación de subimperio. Mientras es totalmente ocupado por las "multinacionales" trata de colonizar a los países vecinos, a los pueblos hermanos. ¡Triste destino!

Pensamos haber demostrado, en forma fehaciente, incuestionable, que a los uruguayos difícilmente podría interesar "una idea inspirada en la línea política de Juan VI", como es la de Rocha Correa ("la unión con Brasil sería muy interesante para nuestros vecinos").

Si consideramos solamente la experiencia histórica -la brutal, intensa y permanente explotación a que los portugueses y brasileños sometieron a la tierra y a los hombres orientales, durante más de medio siglo de dominación--, seguramente ningún uruguayo contestaría favorablemente la "invitación" hecha por el geopolítico brasileño (¿Por qué no se reúne Uruguay nuevamente a nosotros?).

Rechazados -como completamente negativos- los argumentos históricos manejados por R. C. en favor de la integración, cabe analizar los otros elementos de convicción que presenta, especialmente los de carácter geopolítico y económico-financiero. Es innegable que los argumentos de ese tipo los maneja con habilidad, dando a su proposición un aspecto bastante seductor, capaz de ilusionar a los más incautos.

 
Dos procesos diferentes: dos pueblos distintos

Dice Rocha Correa: "A tal punto nos vincula la geografía que cerca de 300 km de frontera son casi un mito; no hay ningún accidente geográfico que los fije; por ahí transitan, además del hombre, una economía y un pensamiento prácticamente indiferenciables".
Se equivoca completamente al hablar de "pensamiento prácticamente indiferenciable". Hay que considerar que ciento cincuenta años de vida independiente generaron en Uruguay un modo de vivir y pensar muy especiales, que se diferencian profundamente del modo de vivir y pensar brasileño. Después de los años 70 del siglo pasado y, especialmente desde 1904 (con la revolución batllista), la influencia brasileña en el Uruguay pasó gradualmente a un segundo plano, a medida que aumentaba la inglesa y la europea en general.
El Uruguay -Montevideo, al menos- se europeizó rápida y radicalmente. Mientras tanto, Brasil a partir de la República (1889) y, fundamentalmente, desde las décadas 20 y 30 (las rebeliones de los tenientes, la Semana del Arte Moderno, la revolución nacionalista-popular de 1930, etc.) pasó a formar una fisonomía política y cultural propias, netamente nacionalistas, al punto que hoy se puede hablar, sin exageración, de civilización brasileña.
Casi un siglo de liberalismo y 70 años de Estado paternalista hicieron de la sociedad uruguaya algo muy especial -con aspectos positivos y negativos- totalmente distinta a la brasileña. Hay que considerar dos factores fundamentales en el proceso uruguayo: su economía privilegiada (la generación casi espontánea de la riqueza por su ganadería extensiva en pasturas excepcionales) y su igualmente privilegiada situación dentro del Imperio Británico (como estado tapón y base de operaciones de la diplomacia y de las finanzas inglesas en el Cono Sur). En consecuencia, el Uruguay se transformó en una Suiza.
Esa situación excepcional hizo posible una experiencia absolutamente inédita en tierras de Latinoamérica. Los uruguayos usufructuaron, durante casi un siglo, de una democracia burguesa casi perfecta: estabilidad política, libre ejercicio de los derechos políticos, equilibrio social y bienestar para la mayoría de la población. La enseñanza laica y gratuita, establecida hace un siglo, no solamente eliminó prácticamente el analfabetismo sino que aseguró a los orientales un nivel cultural muy alto. La libertad política aseguró, a su vez, un alto grado si no de cultura política, por lo menos de información política, transformando a la población uruguaya en la más politizada de América latina. Posibilitó, igualmente, la formación de un proletariado consciente y organizado.
En Brasil, por toda una serie de factores (la herencia maldita de la esclavitud vigente hasta 1888; el sistema semifeudal todavía predominante en el campo; la influencia reaccionaria de la Iglesia católica, antes del Concilio Vaticano II; las enormes distancias que balcanizan el territorio nacional; el bajo nivel de desarrollo, que solamente ahora y en forma parcial empieza a ser superado; el hecho de que los brasileños usufructuaron solamente pequeños intervalos de libertad política entre uno y otro gobierno fuerte etc.) se atrasó enormemente la formación de la conciencia política y social. El Brasil continúa siendo un país con 50 % de analfabetos y semialfabetizados. El nivel de cultura general, ni hablar de la política, es tremendamente inferior al uruguayo. El abismo es todavía más grande cuando se compara el nivel de conciencia y el índice de organización del obrero uruguayo, integrante de un típico "proletariado al estilo europeo" con ese proletariado de primera generación, como es el brasileño.
Constituye toda una tragedia el hecho de que el pueblo brasileño esté sometido a un régimen político brutal y estúpido como, el instituido por los militares de derecha el 1º de abril de 1964. Sería una tragedia todavía mayor, un verdadero crimen de lesa humanidad, colocar al pueblo oriental -que siempre se caracterizó por el culto a la libertad y por la lucha por sus derechos políticos y sociales- bajo la dictadura brasileña.

El mito de la frontera

Descartando ese aspecto fundamental de la identidad de pensamiento entre los dos pueblos, el análisis de Rocha Correa sobre la frontera entre Uruguay y Brasil resulta correcto. Efectivamente, las fronteras, cuando no están constituidas por obstáculos materiales, geográficos, importantes, tienden a transformarse en un mito.

Principalmente cuando de un lado de la frontera se encuentra un país grande, y del otro, uno pequeño; cuando la densidad demográfica es mucho mayor de un lado que del otro; cuando uno de los países vive un auge desarrollista y el otro está empantanado en profunda crisis económica; cuando uno de los Estados limítrofes se transforma rápidamente en una potencia y el otro está inmovilizado por sus contradicciones internas.

En el caso en análisis, se verifican todos esos aspectos, y todos en favor de Brasil. Él es grande, su franja de frontera es más poblada, su economía se desarrolla rápidamente y sus tendencias expansionistas son cada vez más claras. Todos esos factores actúan en el sentido de la anexión, de la integración del Uruguaya Brasil. Ellos presionan violentamente en favor de la eliminación de la frontera. Si sigue la actual tendencia, esos factores materiales podrían llevar a la situación prevista por el geopolítico brasileño: la frontera transformada en un mito.

La integración vial

Rocha Correa analiza en detalle la integración vial entre Uruguay y Brasil, los contactos fluviales, ferroviarios, camineros, marítimos y aéreos para concluir que "Uruguay estará entonces (cuando se terminen todas las nuevas carreteras en construcción) mejor vinculado a Brasil que muchas unidades de la Federación brasileña".

Ya analizamos reiteradamente los planes brasileños de integración vial del hemisferio: "Abandonando proyectos muy complejos (como los que pretendían transformar la OEA en un supergobierno, organizar la Fuerza Interamericana de Paz y crear el Mercado Común Latinoamericano -todos fracasados-), los geopolíticos brasileños aconsejan ahora la integración físico-geográfica del hemisferio. Con el fracaso integracionista de los diplomáticos y de los economistas, pasaron a primer plano los ingenieros. La tesis (de la Escuela Superior de Guerra) puede ser resumida así: creada la infraestructura -ferrocarriles, carreteras, puertos y puentes-, la integración económica y el dominio brasileño serán consecuencias inevitables". Rocha Correa adopta la tesis: "Entre Uruguay y Rio Grande do Sul pasará, entonces, un flujo de comercio, de turismo y de intercambio cultural que redundará en la unión práctica de los dos países".

Pero los planes de integración geopolítíca del Cono Sur por Brasil no se limitan a los mencionados -por R. C.- medios de comunicación. Hay otro, fundamental, no citado por el historiador brasileño: el proyecto -en construcción acelerada- del superpuerto de Rio Grande. El objetivo del mismo, confesado por las autoridades brasileñas, es monopolizar las cargas del extremo sur del hemisferio, cuando -en los años 80- los superpetroleros y supergraneleros dominen el transporte marítimo mundial. Hay que recordar lo que decía la revista Veja, el 20/5/71: "Ningún puerto de Uruguay o de la Argentina podrá competir con él (...); no ofrecen un privilegio: la profundidad necesaria de las aguas. Por lo tanto, Rio Grande podrá en algunos años obtener un virtual monopolio en las exportaciones e importaciones del Cono Sur". Y confesaba descaradamente el objetivo político de la obra: "Este motivo -mucho más político que económico- alcanza para justificar la construcción del superpuerto de Rio Grande. Es tan evidente el objetivo político que no se hizo siquiera un estudio serio y profundo sobre la viabilidad económica del proyecto. El objetivo de conquistar el liderazgo político en la Cuenca del Plata elimina cualquier objeción económica al proyecto".

La integración financiera

En nota escrita el 19 de abril de 1973, denunciábamos el creciente control de la plaza financiera de Montevideo por el Banco do Brasil: "...resulta evidente la enorme expansión del Banco do Brasil (...). Durante los meses del año pasado en que el Banco Central del Uruguay enfrentó serias dificultades con los exportadores extranjeros, fueron fundamentalmente el Banco do Brasil y un banco privado norteamericano los que bancaron las importaciones. Que un pequeño país necesite, para financiar sus importaciones esenciales, los recursos financieros o el aval de un banco oficial de un gran país vecino (cuyo gobierno no oculta sus propósitos expansionistas), constituye una verdadera tragedia".

Confirmando plenamente nuestra tesis de que el Banco do Brasil es un instrumento muy importante en los planes del subimperialismo brasileño en los países limítrofes, Rocha Correa analiza así lo que sería la función del banco oficial brasileño en el proceso de anexión: "Creemos que una docena de sucursales del Banco do Brasil y otra del Banco do Estado de S, Paulo, serían suficientes para financiar la economía de una región como el Uruguay...".

La integración económica

"La unión de Uruguay con Brasil sería muy interesante para nuestros vecinos, desde el punto de vista económico. Significaría la participación directa de un mercado que se acerca rápidamente a los cien millones de consumidores" -afirma el geopolítico brasileño-.

Bueno, sabemos que los consumidores -en el sentido capitalista de la palabra- no son cien millones en Brasil. Solamente 20 a 30 millones de brasileños están efectivamente integrados a la sociedad de consumo. Sin embargo, para los productores uruguayos, la perspectiva es seductora: multiplicar por diez el limitado y en los últimos años drásticamente empobrecido mercado oriental.

No hay cómo negarlo -desde el punto de vista estrictamente económico-, la integración con Brasil sería altamente ventajosa para amplios sectores de la economía uruguaya. El intenso contrabando de ganado, lana, cueros, arroz y otros productos agrícolas, revela una tendencia natural de la economía rural del Uruguay a integrarse a la brasileña. Porque, como dice Rocha Corréa, "la producción cisplatina no es competitiva sino complementaria de la nuestra".

Igualmente, para muchos sectores de la industria oriental -especialmente para la textil (lana), la de calzados y productos de cuero, la de productos agrícolas industrializados (frutas, lácteos, etcétera) - la integración sería ampliamente beneficiosa. Podría ser, inclusive, la solución para la crisis endémica que afecta a la industria uruguaya hace años.

El turismo y los sectores conexos también recibirían un enorme incentivo, principalmente cuando, según las previsiones de Rocha Correa, "el Uruguay se vuelva bilingüe…". Eliminados los actuales obstáculos, seguramente un millón de integrantes de la nueva y eufórica clase media brasileña invadirían el Uruguay anualmente, y prácticamente limpiarían las tiendas de 18 de julio. La Patria de Artigas se volvería un inmenso cabaret para los descendientes de Lecor, Mauá y Rio Branco. Igual que Cuba, en los tiempos de Batista, para los rubios del Norte.

Se podrían multiplicar los ejemplos de cómo la integración con Brasil podría beneficiar y, consecuentemente, interesar a sectores de las clases dominantes uruguayas. Alcanza con uno más. Sabemos que la tierra en Rio Grande do Sul (en razón del boom económico brasileño y de la verdadera revolución capitalista que conmueve el agro "gaúcho"), presenta un precio de 3 a 6 veces superior a los campos uruguayos. Eliminada la frontera, desaparecería el principal factor determinante de la diferencia de precio actualmente existente. Los campos de la "Provincia Cisplatina" valdrían de tres a seis veces más que los de la República Oriental del Uruguay.

Consecuentemente, los latifundistas uruguayos multiplicarían, de un día al otro, su patrimonio.

Se podría argumentar, inclusive, que a las clases trabajadoras orientales también les interesaría la integración, pues la misma significaría el aumento de las fuentes de trabajo. Sin embargo, el precio social sería enorme, como enorme es el precio social que los obreros y campesinos brasileños están pagando por el milagro, un milagro para pocos: la liquidación de los sindicatos, la prohibición de los movimientos reivindicatorios los salarios de hambre, etcétera. 

Son, consecuentemente, las clases dominantes uruguayas las que tendrán que vencer la tentación, la seducción del canto de la sirena brasileña. La historia dirá, en el futuro, si los orientales estuvieron a la altura de su Jefe, Artigas, si como él "aman demasiado su patria para sacrificar este rico patrimonio al bajo precio de la necesidad".

[ Arriba ]

30. "Historia de los Orientales".

31. Citado por Eduardo B. Artesano, "Rosas, bases del nacionalismo popular".

32. Mariano Moreno escribía entonces: "La vergonzosa e ignominiosa esclavitud en que Inglaterra tiene a Portugal (...) extenuándolo de tal suerte que tal vez sus colonias americanas se conviertan en inglesas...”.

33. "La formación histórica rioplatense".

34. Lincoln Machado Ribas, "Las revoluciones hispanoamericanas".

35. "Las Montoneras y el Imperio Británico".

36. Manuel Gálvez, "Vida de don Juan Manuel de Rosas".

37. "Pro y contra de Alberdi".

38. "Solano López y su drama".