Parte II
La Satelización del Uruguay
La primera nota de esta II parte
Fue publicada en “Marcha”.
La segunda no.
Ya no existían condiciones
En el Uruguay para denunciar al
Imperialismo brasileño
13. Las múltiples "invasiones" al
Uruguay
A fines de 1971, publicamos en Marcha una serie de notas bajo el título "¿Irá Brasil
a la guerra?". Nuestras denuncias estaban fundamentadas en los comentarios
de diarios brasileños (hay que recordar el de O Estado de S. Paulo: "Los
acontecimientos de Uruguay amenazan con colocarnos, en cualquier momento,
ante una situación perfectamente idéntica a aquella que,
en 1851, forzó a Brasil a transponer las fronteras del Sur ... ")
y en los informes sobre la existencia del Operativo Treinta Horas.
Lo que motivaba entonces la agresiva posición de los militares de
derecha brasileños era el avance de la guerrilla tupamara y la posibilidad
de victoria del Frente Amplio. Los dos motivos, o mejor, pretextos, desaparecieron
con la doble derrota: la electoral del Frente y la militar del M.L.N. En
consecuencia, el Operativo fue archivado por lo menos temporalmente.
Sin embargo, otras modalidades de "invasión" que se desarrollaban
hace tiempo, siguieron; y otras nuevas surgieron. Delfim Netto, el "zar" de
la economía brasileña, afirmaba que hay que penetrar África
por todos los frentes. Sin que nadie lo diga (la conciencia nacional en
el Uruguay es completamente distinta de la vigente en la mayoría
de los países africanos, todavía sometidos a mal disfrazadas
formas de colonialismo), el Uruguay está siendo penetrado por todos
los frentes por los brasileños. Y esa penetración se hace
a través de organismos estatales y a nivel privado.
El Banco do Brasil
En los planes expansionistas brasileños, el Banco do Brasil ocupa
un papel de fundamental importancia. Por su intermedio, Brasil se inicia
en el imperialismo financiero. Y hay que reconocer que d plan elaborado
es muy inteligente (los tecnócratas que administran Brasil son verdaderos "Pelés" en
sus respectivas especialidades).
Aprovechando una coyuntura verdaderamente excepcional en el mercado financiero
internacional (la enorme disponibilidad de eurodólares y la relativa
saturación de los mercados de inversiones de Europa y Japón)
y la total confianza que Brasil inspira actualmente en el mundo capitalista,
el Banco do Brasil pasó a instalar agencias en el exterior. Algunas,
en los países ricos, actuarían como recolectaras de recursos,
depósitos mediante. Otras, en las áreas geopolíticas
bajo influencia brasileña, colocarían, en forma de préstamos,
parte de los recursos obtenidos allende. Eso, es obvio, con innegables
propósitos colonizadores. Sin duda una gran jugada: hacer colonialismo
con recursos ajenos.
Jornal do Brasil, del 22/5/72, titulaba eufórico su página
económica: "Depósitos del Banco do Brasil en el exterior
aumentan 837 % (entre 1970 y 1971)". Y comentaba: "Con 12 sucursales
y dos escritorios en el exterior, el Banco do Brasil es una organización
bancaria internacional, con gran poder competitivo y condiciones de contribuir
en forma decisiva al desarrollo del comercio exterior brasileño. Las
ganancias obtenidas en esas sucursales demuestran, además, que se trata
de un negocio de alta rentabilidad".
El mismo diario resumía, en su edición del 29/3/73, las actividades
del banco en el exterior. A partir del 1º de abril de 1969, fecha
de la inauguración de la sucursal de Nueva York, fueron instaladas "en
los grandes centros financieros internacionales", las que siguen:
en Hamburgo, Londres, San Francisco, Tokio, París, Lisboa y Madrid.
Además, el año pasado, Banco do Brasil organizó su
sociedad multinacional: el European Brazilian Bank Ltd. (Eurobraz). Sus
asociados son: Bank of America (Londres), Banque Americas S/ A (Luxemburgo),
Deutsche Bank (Frankfurt) y Union Bank of Switzerland (Zurich).
El éxito de las sucursales del B.E. en el exterior fue total: los
depósitos aumentaron en los siguientes porcentajes: 304,37 %, 115,67
%, 944,67 % y 156,49 %, entre los años 1969 y 1972. A fines de 1972,
el total de los depósitos en el exterior era de 1.932 millones de
dólares.
Las sucursales instaladas en los países limítrofes de Brasil
son: Asunción, Montevideo, Buenos Aires y dos en Bolivia: La Paz
y Santa Cruz de la Sierra (si el lector -maliciosamente- vinculara la instalación
de esta última sucursal con los planes separatistas de la
oligarquía de aquella provincia boliviana, incentivados por los
brasileños, no estaría equivocado...).
En Montevideo, resulta evidente la enorme expansión del Banco do
Brasil. Es obvio que no se tienen datos estadísticos oficiales sobre
lo que ya representa el banco en el complejo financiero del país:
el famoso sigilo bancario. Se sabe, sin embargo -vox
populi.-, que principalmente durante los meses del año pasado, en
que el Banco Central enfrentó serias dificultades con los exportadores
extranjeros, fueron fundamentalmente el Banco do Brasil y un banco privado
norteamericano los que bancaron las importaciones. Que un pequeño
país necesite para financiar sus importaciones los recursos o el
aval de un banco oficial de un gran país vecino (que no oculta sus
propósitos expansionistas), constituye una verdadera tragedia. Una
situación que hace recordar otra, bastante lejana en el tiempo y
que constituyó una etapa fundamental en la historia del colonialismo
brasileño en el Río de la Plata: la del Banco Mauá,
dominando la plaza financiera de Montevideo y alcanzaría con que
el B.B. aplicase aquí un 10 % de sus depósitos internacionales,
para quedarse "de dueño" del mercado financiero uruguayo.
La Petrobrás: del nacionalismo al imperialismo
Con la Ley de Minas de 1934, que estableció el monopolio sobre
el subsuelo brasileño. Getúlio Vargas (partiendo de la tesis
de que un país que entrega sus recursos naturales entrega su propia
soberanía) impidió que el petróleo brasileño
cayera en las garras de los monopolios. Su sucesor, el mariscal Eurico
Caspar Dutra, intentó entregar el oro negro. Fue el pueblo, entonces,
peleando en las calles, quien salvó el petróleo. La campaña “O
PETROLEO É NOSSO” fue el mayor y políticamente más
importante movimiento de masas de la historia del país. En su segundo
gobierno, Vargas vio aprobada la ley 2004, que estableció el monopolio
estatal para la extracción del petróleo y creó la
Compañía Brasileña de Petróleo, la PETROBRAS.
Petrobrás pasó a ser un símbolo para el pueblo brasileño.
Era sinónimo de nacionalismo y de lucha antiimperialista. Durante
la dictadura militar, hubo varias tentativas de liquidada. El mariscal
Castelo Branco llegó a afirmar: "La Petrobras no es intocable".
Sin embargo, el éxito de los "entreguistas" fue solamente
parcial: le sacaron a la Petrobrás la explotación de la petroquímica
y de la pizarra bituminosa. El mito estaba: demasiado arraigado en el alma
popular para liquidado: Petrobrás sobrevivió.
Ahora, ocurre algo aparentemente absurdo. Los diarios pasan a informar
que Petrobrás trata de conseguir -y lo consigue- contratos para
extracción de petróleo en el exterior. El símbolo
del nacionalismo brasileño pasará a ser -en otros países-
símbolo de explotación imperialista.
Decíamos "aparentemente absurdo" porque lo que ocurre
tiene una explicación dialéctica: la Petrobrás de
antes era el símbolo de un pueblo en lucha por su emancipación
nacional; la Petrobrás de ahora constituye una prueba de que Brasil
pasó a actuar efectivamente como potencia. Lo que vemos es la transformación
del nacionalismo popular en nacionalismo imperialista. Desgraciadamente,
es la verdad. Los cables y los diarios lo confirman:
"La Petrobrás Internacional S.A. (BRASPETHO) tuvo éxito
en sus actividades en el exterior, al descubrir petróleo en Colombia",
informaba O Estado de S. Paulo, del 7/4/72.
Cable de I.P.S. del 31/7/72, decía: "Brasil se asociaría
con Ecuador para la explotación mixta de las reservas petroleras
que hay en la provincia ecuatoriana de Oriente (baja Amazonia)".
Otro, de A.F.P., de agosto 6, informaba: "La Compañía
brasileña de Petróleo emprenderá sondeos y prospecciones
en el sur y en el centro de lrak en virtud de un acuerdo concluido hoy
aquí (Bagdad) con la Compañía Nacional Iraquí de
Petróleos".
"Brasil y Argelia van a estrechar sus relaciones en el campo del petróleo
(...). Existe la posibilidad de asociación entre las dos empresas (Petrobrás
y Sonatrach) para la extracción de petróleo en territorio argelino" (Jornal
do Brasil, 17/1/73).
El mismo diario, en su edición del 7/4/73, titulaba una nota:
"Petrobrás confirma estudios para la explotación de petróleo
en Tanzania".
La nueva política se "justificaría" -por lo menos
desde el punto de vista nacional--, si Brasil no tuviese reservas petroleras
para explotar. Todos saben que la realidad es distinta. El propio Jornal
do Brasil -13/4/72-, al titular una nota, confirma las embestidas de los
trusts internacionales sobre el petróleo de la Amazonia brasileña: "Empresas
internacionales interesadas en pesquisar petróleo en el área
amazónica".
Bueno, ahora llega la voz del Uruguay. Divulga Jornal do Brasil, en su
edición del 10/4/73: "Los sondeos entre el Uruguay y Petrobrás,
tendientes a la explotación de la plataforma continental de aquel
país -que habían sido suspendidas en razón de la crisis
política uruguaya- podrán ser reanudados en cualquier momento.
El Uruguay cree que sus reservas petroleras podrán desahogar sus
problemas financieros, cada vez más graves. Desde el punto de vista
de Petrobrás, el negocio es interesante, pues además de la
extracción del petróleo, ganaría una buena participación
en el refinado y en la distribución del petróleo". Por
lo visto un negocio redondo. Como decimos en Brasil: barba, bigode
e cabelo.
El expansionismo a nivel privado
Todos los procesos expansionistas que describimos a lo largo de esas notas
fueron minuciosa y científicamente planeados a nivel gubernamental:
en la Escuela Superior de Guerra, en los cursos de Estado Mayor de las
fuerzas armadas brasileñas, en Itamaratí, en la dirección
del Banco do Brasil y otros organismos oficiales. Es verdad que siempre
en íntima asociación con los monopolios internacionales establecidos
en Brasil y con los organismos que representan lo que queda de burguesía
nacional.
Se verifica, sin embargo, otro tipo de penetración cuya responsabilidad
no debe ser atribuida al régimen castrense actual. Existe una tendencia
expansionista cuyo origen puede ser encontrado en el ciclo bandeirante,
y que se mantuvo a lo largo de los siglos. Es un expansionismo no planificado,
anárquico, individual (incluso cuando es ejecutado masivamente).
Los "bandeirantes" de hoy son los seríngueiros, que invaden
la Amazonia boliviana en busca de caucho; los madeireiros y los cafeicultores,
que ultrapasan la frontera paraguaya en busca de madera y de terra roxa
propia para el cultivo del café; Son los fazendeiros de Rio Grande
do Sul, que expulsados por las "plantations" capitalistas, vienen
a comprar campos baratos en el Uruguay.
En el número de Marcha del 4/8/72, Eduardo Galeano describía
así sus observaciones in loco: "En Paraguay, en cambio, la
invasión está a la vista (...). Comprobé, personalmente,
que toda esa región ya no pertenece al Paraguay. La frontera ha
saltado unos cien kilómetros por encima del río Paraná.
Allí todo se dice en portugués, todo Se paga en cruceiros,
son brasileños todos los dueños de tierras...".
Bueno, dirá algún lector hincha del gobierno militar derechista
brasileño, debe haber una cierta exageración. Galeano es
uruguayo, un tipo de izquierda, un "subversivo". Para ese lector
incrédulo, transcribirnos algunas líneas de un amplio reportaje
del Jornal do Brasil (ya repetimos muchas veces, a lo largo de estas notas,
que nada se publica en Brasil que no pase por las manos de la censura oficial:
un coronel que lee hasta los avisos está siempre presente en cada
redacción). Dice el diario carioca, en su edición del 14/1/
73, bajo el título: "Solamente brasileños habitan valles
de la Amazonia boliviana":
"Decenas de seringais, grandes y medianos latifundios situados en el territorio
boliviano, a lo largo de los valles de los dos Acre, Xapurí y Abuña
pertenecen y son habitados exclusivamente por brasileños. En ellos,
el idioma, la moneda, las costumbres, las tradiciones, las supersticiones,
inclusive las fechas cívicas son las de nuestro país. La ocupación
de esos valles por brasileños, que llega a una profundidad de 100 kilómetros
en el territorio boliviano, tuvo inicio hace 70 años. Hoy, los pocos
bolivianos que aparecen, cada dos meses, vienen exclusivamente para cobrar
los impuestos aduaneros: en su casi totalidad los 31 mil habitantes de la región
son brasileños".
Otra nota del mismo diario calcula que los bolivianos residentes deben
llegar a mil. El reportaje dimensiona la ocupación también
en el otro sentido, en el sentido de la frontera: "Los 618 kilómetros
de frontera que separan Bolivia del Acre están prácticamente
ocupados por brasileños".
Para los lectores no totalmente al día con la geografía y
con la historia brasileñas, debemos aclarar que el mencionado Acre,
es el actual estado brasileño del mismo nombre, que en inicios del
siglo fue ocupado militarmente y finalmente anexado a Brasil. El motivo
invocado en la época: la región era habitada casi exclusivamente
por brasileños; el mismo que sirvió de pretexto a los yanquis
para ocupar las más ricas provincias mexicanas y a Hitler para intervenir
en Checoslovaquia.
Los fértiles campos de la planicie del Plata
La ocupación -por la compra- de los campos uruguayos por estancieros
brasileños tiene otras causas y otras características. Algunas
históricas, otras muy actuales.
Oliveira Vianna, uno de los "grandes" de la historiografía
oficial en Brasil, señalaba: "Como en el Centro-Sur, con los
bandeirantes y sertanistas de Sao Paulo, también aquí tuvimos
que llevar más allá, a punta de lanza, las fronteras de nuestros
dominios. En poco más de medio siglo, logramos, por la fuerza de
las armas, dilatar nuestros límites con España en sus dos
sentidos: en el sentido del Oeste, a lo largo del valle del río
Pardo, hasta las misiones de San Borja y San Lorenzo; en el sentido Sudoeste,
en la dirección de la laguna Merín, hasta el estrecho de
Castillos. Fue un movimiento de expansión y conquista que obedeció a
una causa puramente económica: la posesión de los fértiles
campos de la planicie del Plata".
A pesar de la eficiente acción de los bandeirantes, en razón
de la heroica lucha de los orientales que no se conformaron en ser habitantes
de la "Provincia Cisplatina", los mejores campos quedaron todavía
fuera de las fronteras brasileñas. Solamente en una pequeña
franja de tierras, entre Bagé y Quaraí, las pasturas naturales
son equivalentes a las uruguayas. Ochenta por ciento del territorio de
Rio Grande do Sul es constituido por sierras bastante acentuadas (altitudes
de hasta 1.000 metros) y por campos de pastos duros -barba de bode-, sucios,
de inferior calidad para la crianza de bovinos y ovinos. En promedio, los
campos orientales comportan una población bovina de una cabeza por
hectárea de pasto natural; los estancieros "gaúchos" necesitan,
en promedio, dos has. para criar un novillo. Si Marx tiene razón
-y quién puede dudar que la tenga, especialmente en este particular-
el valor de la tierra es determinado por la renta que produce. Luego, el
valor real de los campos uruguayos debe ser el doble que los de Rio Grande
do Sul.
Ocurre que Brasil vive, en los últimos años, un espectacular
boom económico. Ocurre que el Uruguay sufre, en los últimos
años, su peor crisis económica.
Además, en R.G.S., se registra actualmente una profunda reforma
de la estructura agraria. No una reforma planeada, consecuencia de una
legislación específica, ejecutada bajo orientación
gubernamental. En absoluto. El gobierno castrense continúa totalmente
fiel a su primer aliado: la clase latifundista. Principalmente en el actual
período de gobierno, cuando Garrastazú Médici. representa
una verdadera "simbiosis" de las dos "clases": es general
y latifundista a la vez.
Lo que se verifica es un cambio estructural protagonizado por nuevas fuerzas
económicas que “invaden” el campo "gaúcho".
El viejo sistema agrario semifeudal ya no aguanta más. Nuevas formas
de explotación económica, técnicas científicas
e incluso un nuevo tipo de empresario, se tornan necesarios.
El ciclo renovador se inició hace más de veinte años,
con las granjas mecanizadas del trigo. En los años 50, la producción
evolucionaba rápidamente hacia la autosuficiencia, cuando fue violentamente
frenada. Trabada por una brutal agresión económica: los Estados
Unidos tenían, entonces, más de 40 millones de toneladas
de trigo excedente. Ofrecieron el cereal al gobierno brasileño (con
el doble propósito de liquidar el cultivo nacional y a la vez expulsar
el trigo argentino y uruguayo del mercado brasileño), con plazo
de 40 años (Ley 480). Se registró el colapso casi total de
la producción nacional y el estancamiento -por varios años-
del cambio social progresista que se verificaba en el campo "gaúcho".
Liquidados los "excedentes" norteamericanos, cesó la presión
externa. Los "triticultores" riograndenses volvieron a la carga.
Ya ahora, con técnicas más científicas y prácticas
más económicas, como la rotación de cultivos, especialmente
trigo-soja (que posibilita dos cosechas al año, además de
fertilizar -por la fijación del nitrógeno- la tierra). Las
granjas capitalistas, produciendo soja, trigo, maíz, sorgos, arroz,
etc., están multiplicando el producto agrícola de los tres
estados del sur de Brasil. Solamente la soja deberá presentar este
año una producción de 4,1 millones de toneladas. De acuerdo
con el plan de desarrollo en marcha, la misma deberá alcanzar los
7 millones en 1976 y posiblemente los 10 millones en 1980. Actualmente,
el precio de exportación es de U$S 400 la tonelada (lo que significaría
una exportación -a los precios actuales- de 4.000 millones de dólares,
equivalente al total exportado por Brasil el año pasado). Además,
dentro del sistema de rotación de cultivos, están racionalizando
-con base a pasturas artificiales- la pecuaria rudimentaria hasta ahora
predominante.
Esa revolución técnica produce toda una serie de efectos
sociales y económicos. Entre los más importantes, hay que
citar el surgimiento del proletariado rural (en sustitución al clásico
peón de los establecimientos pastoriles) y la eliminación
de la propia clase dominante tradicional -la aristocracia ganadera-. Surge
en su lugar, un empresario capitalista, emprendedor, dinámico, generalmente
de origen urbano.
Entre las consecuencias económicas, se destacan la enorme valorización
de los arrendamientos rurales y del precio de la tierra. Actualmente, los
inferiores campos riograndenses valen de tres a seis veces más que
los uruguayos de mejor calidad.
Esa tremenda diferencia de precio constituye una atracción irresistible
para el estanciero "gaúcho" que está siendo desplazado
por los "triticultores". Hoy, él consigue, sin problemas,
concretar un viejo (viene de varias generaciones) sueño: poseer
un campo de pasturas finas, de tréboles y otras leguminosas y gramíneas
finas naturales en el Uruguay. Y, además, poblado con ganado "Hereford" (que
hasta ahora había que contrabandear hacia R. G. do Sul).
Y todo eso a "precios de remate". Hace meses, la revista Veja
citaba el caso de un fazendeíro de Rio Grande do Sul que, con lo
producido por la venta de su propiedad de 370 has., había comprado
1.700 unidades en el otro lado de la frontera.
Es obvio que una simple frontera política -más formal que
real, donde el contrabando se practica como cualquier otro negocio e inclusive
como hobby- no va a frenar una invasión impulsada por tan poderosas
fuerzas económicas. Principalmente cuando no existe, en el Uruguay,
ninguna legislación que prohíba la compra de tierras por
extranjeros.
No creemos -siquiera- que el proyecto del senador Carlos Julio Pereyra,
que intenta regular la materia y que hace meses reposa tranquilamente en
algún cajón parlamentario, constituya un obstáculo
intrasponible. Todos saben que un porcentaje muy alto del campo uruguayo
se encuentra todavía bajo el régimen patrimonial de "sociedad
anónima" y que la legislación Uruguaya todavía
permite esa monstruosidad que se llama acción al portador (sin duda,
el medio más práctico de dominar la economía de un
país sin dar la cara). Getúlio Vargas, revelando su visión
de estadista y su espíritu nacionalista, prohibía -ya en
1940- ese tipo de documento.
En ese particular somos pesimistas. Aun con la aprobación del proyecto
del senador del Movimiento de Rocha e incluso con la modificación
de la ley de sociedades anónimas (que aboliese las acciones al portador),
la "invasión" continuaría. Quedaría, todavía
una enorme brecha: la clásica y universal figura del testaferro.
Por casualidad, muy divulgada en toda franja uruguaya de la frontera por
otro tipo de fraude: los miles y miles de coches brasileños con
doble licencia que circulan por el territorio uruguayo, pertenecientes
en realidad a orientales, pero legalmente a brasileños. En ests
caso, los testaferros son brasileños; en el caso de las tierras,
serían uruguayos. Es evidente que existen los riesgos. Pero la posibilidad
de comprar por 1 lo que vale 3 ó 6 representa una tentación
muy grande. Una tentación que hace olvidar los riesgos del negocio.
Salvo la hipótesis -poco probable- de que el agro uruguayo se desarrolle,
en los próximos años, a un ritmo mucho más acelerado
del que se verifica actualmente en el otro lado de la frontera (lo que
traería como consecuencia la nivelación del valor de las
tierras), es casi seguro que la "invasión" continuará.
Mientras se mantenga en ambos lados de la frontera el mismo sistema social,
el capitalismo; mientras la tierra en el Uruguay siga teniendo dos tipos
de valor, el de uso y el de canje, la brasilerización de los campos
orientales seguirá. La única hipótesis que vislumbramos,
la única solución que se nos ocurre para impedido, es radical.
Una reforma agraria que -estatización de la tierra mediante eliminase
el valor económico, el valor de la venta de la tierra. Una reforma
agraria que tuviese -además de la habitual justificación
social- una motivación de carácter nacional, de salvaguardia
de la soberanía.
En caso de que eso no ocurra, los estancieros "gaúchos" van
a conseguir con cruzeiros (actualmente muy bien cotizados; cuando del último
devalúo del dólar -10 %-, los tecnócratas brasileños
se mandaron una maniobra demagógica pero de enorme alcance psicológico,
valorizaron el cruceiro en 3 %) lo que los "bandeirantes" no
consiguieron a punta de lanza: "la posesión de los fértiles
campos de la planicie del Plata'.
En resumidas cuentas...
Parece evidente que el Uruguay es objeto de un acelerado proceso de ocupación,
no solamente de tipo económico--financiero sino también físico-geográfico.
Para comprobarlo señalamos en esta nota solamente tres aspectos
de la coyuntura: la compra de los campos uruguayos por ciudadanos brasileños,
el creciente control financiero del país por el Banco do Brasil
y la tentativa de Petrobrás de adueñarse del subsuelo oriental.
Podríamos citar toda una serie de síntomas más: el
contrabando voraz hacia Brasil, que impacta violentamente el costo de vida
y baja drásticamente el nivel de consumo de los orientales (en el
caso de la carne eso quedó evidente: para evitar el contrabando,
se aumentó el precio interno al nivel brasileño; todo el
pueblo está pagando por el fraude cometido por un reducido número
de contraventores); la invasión permanente de las aguas uruguayas
por los pesqueros brasileños, que prefieren las aguas orientales,
abandonando los 7,4 mil kilómetros del litoral brasileño
a otros piratas, especialmente a los rubios del Norte; la compra
de industrias uruguayas e incluso su transferencia hacia Brasil y -lo que
es de enorme gravedad-- la fuga de cerebros orientales hacia el Norte (semanalmente
somos solicitados, inclusive por desconocidos, especialistas los más
diversos, que vienen a informarse sobre cosas del Brasil, porque decidieron
irse).
Conclusión
O los orientales logran restablecer
la mística que, inspirada por
Artigas y por los "33", fue capaz de mantener el Uruguay en sus
manos durante un siglo y medio, o serán forzados a seguir el consejo
del general Vernon Walters (el hombre de la CIA en Brasil durante muchos
años, que organizó el golpe del 1º de abril de 1964
y que ocupa actualmente el puesto de subdirector del mencionado organismo): "El
optimista estudia el ruso. El pesimista, el chino. Pero el hombre realmente
bien informado está estudiando el portugués con acento brasileño" (Manchete,
28/1/72).
Escrito el 19 de abril de 1973,
a 148 años del desembarco de los
Treinta y Tres Orientales.
[ Arriba ]
14. ¿Uruguay o Provincia Cisplatina?
Un capítulo de un libro publicado en Brasilia, trascripto por el
diario de la democracia cristiana uruguaya -Ahora-- en su edición
del 19 de agosto, causó un enorme impacto en Montevideo, y provocará,
seguramente, problemas en las relaciones diplomáticas uruguayo-brasileñas.
Debe estar preocupando, igualmente, al Palacio San Martín, la cancillería
argentina.
Trátase de "Rumos do Brasil" (Rumbos del Brasil), del
profesor Rocha Correa, miembro del Instituto Brasileño de Geopolítica
y del Instituto Histórico y Geográfico de Sao Paulo.
El volumen fue editado en Brasilia este año, por encargo del Curso
de Preparación de Conducción Política, promovido por
el Directorio Nacional de la ARENA (Alianza Renovadora Nacional), el partido
oficialista brasileño. Se trata de la recopilación de las
conferencias dictadas por el referido historiador y geopolítico
para los parlamentarios del mencionado partido. El curso de politización
fue organizado por el diputado Murilo Badaró, primer secretario
del directorio nacional de la ARENA.
A pesar de que el autor inicia el capítulo relativo al Uruguay con
una aclaración ("al exponer la siguiente idea, inspirada en
la línea política de Juan VI, queremos dejar claro que el
autor de este trabajo no ejerce función gubernamental, habla según
sus propias ideas ... "), parece obvio que el asunto tiene una muy
grande trascendencia. Las conferencias fueron dictadas en el propio recinto
de la Cámara de Diputados, dirigidas a los parlamentarios del partido
oficial y publicadas por la dirección nacional del mismo. Se puede
concluir, en consecuencia, que las conferencias reflejan el punto de vista
oficial o, por lo menos, cuentan con el beneplácito de la mayoría
parlamentaria. Eso da al libro un carácter oficial, o por lo menos,
oficioso.
Sabemos, además, que las ideas expuestas por Rocha Correa no pasan
de reiteración de viejas teorías. El propio autor atribuye
la paternidad a Juan VI, el rey de Portugal que corrido por Napoleón
trasladó la Corte portuguesa, en 1808, para Rio de Janeiro. El rey
portugués ocupó la Banda Oriental e intentó, inclusive
(partiendo del hecho de que su mujer -Carlota ]oaquina- era hermana de
Fernando VII y que el trono de España estaba acéfalo) integrar
bajo su corona toda Hispanoamérica.
Durante un siglo y medio mucho se escribió -en Brasil sobre el tema,
lamentando la pérdida (en razón de las luchas de Artigas
y de los Treinta y Tres Orientales) de los "fértiles campos
de la planicie del Plata" y del dominio de la orilla norte del río,
lo que posibilitaría el control y -en caso de guerra- el bloqueo
de Buenos Aires y de toda la Argentina, por Brasil.
Esas teorías sobre la "vocación rioplatense de Brasil" y
sobre "el destino manifiesto de Brasil en el Cono Sur", tomaron
forma "científica" (fueron formuladas, por primera vez,
dentro de los cánones de la moderna geopolítica), en el libro
del general Golbery do Cauto e Silva, "Geopolítica do Brasil",
editado en 1952 por la "Biblioteca del Ejército". Las
mismas fueron intensamente discutidas en los últimos veinte años,
en la Escuela Superior de Guerra y en los cursos del Estado Mayor de las
FF. AA. brasileñas e incorporadas a la estrategia diplomática
de Itamaratí.
En algunas oportunidades, esas teorías llegaron a ser formuladas
en forma ostensible por jerarcas militares brasileños. Alcanza con
recordar las declaraciones del general Justino Alves Bastos, cuando comandaba
el III Ejército, el de la frontera Sur, amenazando con intervenir
en el Uruguay ("nadie puede estar tranquilo en su casa cuando la casa
del vecino se prende fuego"), y las del ministro de la Marina, Adalberto
de Barros Nunes, sobre la "existencia de un vacío de poder
en el Atlántico Sur", que debería ser llenado con la
presencia brasileña.
Sin embargo, generalmente, las tesis geopolíticas de la Escuela
Superior de Guerra y del Estado Mayor, constituyeron asunto top secret:
documentos a los cuales solamente la alta jerarquía castrense, los
servicios de inteligencia, los alumnos de las mencionadas escuelas y los
jefes de Itamaratí, tienen acceso. Es verdad que algunos de esos
documentos secretos llegaron al conocimiento público. Así,
el que establecía las áreas estrategias de Brasil y el Opcmtivo
Treinta Horas.
En el presente caso, no hubo la menor preocupación de mantener el
secreto; el libro de Rocha Correa está a disposición del
público brasileño (eso quizá constituye una prueba
de que interesa al gobierno brasileño la divulgación de la
idea como una etapa de la guerra psicológica preventiva).
Los propósitos expansionistas fueron expuestos en forma descarada
y brutal: "NUESTRO PENSAMIENTO ES DE QUE PARTA DE BRASIL, EN ESTE
SESQUICENTENARIO (Brasil conmemoró el 7 de setiembre del año
pasado 150 años de independencia política). LA INVITACION
OFICIOSA PARA QUE URUGUAY SE REUNA CON BRASIL, DE NUEVO".
De seguido, el geopolítico brasileño expone toda una serie
de argumentos en favor de la anexión, siempre en el mejor estilo
geopolítico.
Una frontera que es un mito
"A tal punto nos vincula la geografía, que cerca de 300 kilómetros
de frontera son casi un mito; no hay ningún accidente geográfico
que la fije; por ahí transitan, además del hombre, una economía
y un pensamiento prácticamente indiferenciables."
La integración vial
"Además de los contactos fluviales (por el río Uruguay,
por la Laguna Merim, por el Yaguarón y por el Cuareim), marítimos
y aéreos, tenemos otros cuatro ferroviarios, por Yaguarón,
Livramento, Quaraí y Barra de Quaraí. La inclusión
del Ramal Principal Sur, que está a punto de finalizar, pondrá al
Uruguay en comunicación con los grandes centros brasileños.
Por lo menas cinco carreteras nos comunican, por Bagé, Chuy, Livramento
y Uruguaiana. Muy pronto esa comunicación estará completamente
asfaltada. Uruguay estará entonces mejor vinculado a Brasil que
muchas de las unidades de la Federación brasileña entre sí.
Entre Uruguay y Rio Grande do Sul pasará, pues, un flujo de comercio,
de turismo y de intercambio cultural que redundará en la unión
práctica de los dos países."
Los obstáculos por superar
"Se dirá, contra nuestra sugerencia, que Uruguay está más
adelantado que el promedio brasileño en varios sectores, como el
social, el de la instrucción, el de la estabilidad institucional.
Estamos de acuerdo."
Cómo Superarlos
"Pero confiamos en que en menos de una década lograremos idéntico
progreso en estos ámbitos, además de las ventajas técnicas,
industriales y económicas que ya poseemos.
"También se podrá decir que Uruguay tiene un clima diferente
y está habitado sólo por la raza blanca. Pero en eso no difiere
de Río Grande, de Santa Catarina o de Paraná.
"En cuanto al idioma, no habrá problemas: dentro de diez años
el portugués será entendido y hablado en todos los alrededores
de Montevideo, e incluso en la capital cisplatina una gran parte de la población
entenderá nuestro idioma. A pesar de la gran influencia argentina y
de la cercanía de Buenos Aires, el destino de Uruguay es volverse bilingüe
a corto plazo, con futura ventaja del portugués en un plazo más
lejano ...
"El vínculo físico, económico, cultural y demográfico
dará el sí a favor de Brasil. El tradicionalismo y las razones
de política formal se adaptarán al nuevo hecho."
Ventajas para Uruguay de la integración
"La unión de Uruguay con Brasil sería muy interesante
para nuestros vecinos, desde el punto de vista económico. Significaría
la participación directa en un mercado que se acerca rápidamente
a los cien millones de consumidores, y cuya elevación de poder adquisitivo
es algo seguro.
"La producción cisplatina no es competitiva sino complementaria
de la nuestra."
Lo fácil que será la integración económica
"Creemos que una decena de agencias del Banco do Brasil y otra del
Banco del Estado de São Paulo serían suficientes para financiar
la economía de una región como el Uruguay, ayudándola
en una emergencia, pues la población del país cisplatino
es similar a la de Araraquara o la de Sorocabana (subregiones del estado
de São Paulo)."
El retorno a la fraternidad brasileña
" ... Es en este sistema plural (el autor analiza las varias regiones
económicas en que actualmente se divide Brasil), con centro de gravitación
en el propio suelo brasileño, con equilibrio estable, que creemos
que debe ubicarse también un Uruguay nuevamente unido a Brasil.
Este Uruguay que es como una prolongación de nuestro glorioso y
querido Rio Grande y que retornaría, por lo tanto, a la fraternidad
brasileña, para alegrías y ventajas recíprocas."
Luego, Rocha Correa hace una "retrospectiva histórica",
con la cual pretende justificar el plan integracionista.
Las bases históricas
Veamos la línea maestra, el argumento central de la tesis del geopolítico
brasileño. Rocha Correa afirma que "la unión con Brasil
sería muy interesante para nuestros vecinos (los uruguayos)".
Y confiesa que su tesis está "inspirada en la línea
política del Juan VI".
En consecuencia sería de suponer que la política del rey
lusitano fue favorable a los orientales, que las intervenciones portuguesas
en la Banda Oriental resultaron benéficas para su pueblo y para
su economía. En esta hipótesis, se podría admitir
que una nueva unión con Brasil fuese interesante para los uruguayos,
como pretende el geopolítico brasileño. Caso contrario, toda
la argumentación de Rocha Correa no tiene base histórica:
parece obvio que los orientales no se sentirán tentados por repetir
una experiencia que, en el pasado, les resultó negativa.
Caben consecuentemente las preguntas: ¿Qué hicieron los portugueses
en la Banda Oriental? ¿Cómo reaccionaron los orientales?.
La intervención del año 11 tiene características netamente
geopolíticas: buscaba el control del río de la Plata (fundamental
para los propósitos de colocar todo el hemisferio sur bajo el dominio
luso-brasileño), y la posesión de los ricos campos de la
campaña oriental. Decía Artigas en su proclama del 11-4-1811:
"Yo no me detendré en reflexiones sobre las ventajas que adquirirían
los portugueses si una vez ocupasen la plaza y puerto de Montevideo y la campaña
oriental (...). El particular deseo que ha demostrado la corte de Brasil de
introducir su influencia en tan interesante provincia: dueños de sus
límites por tierra, seguros de la llave del río de la Plata,
Uruguay y demás vías fluviales, y aumentando su fuerza con exceso
no sólo debían prometerse un suceso tan triste para nosotros
cama halagüeño para ellos... ". Por lo visto, el Caudillo
no juzgaba "muy interesante" para los orientales la unión
con Brasil.
Carlos Machado resume lo que fue la invasión de las divisiones al
mando de Souza, Mena Barreta y Curado: "Se apoderaron de Melo y avanzan,
cometiendo atropellos. Pascual de Rivas, el párroco de Melo, deberá reclamar
que le devuelvan el cáliz de la misa, robado por los invasores.
Oubiña, el cura de Pintado, era más eloicuente: «me
han dejado sin camisa». De la Sota relata que se llevaron para: Rio
Grande 700.000 caballos y dos millones' de vacas" 30.
" ... pueblos enteros habían de ser entregados al saqueo horrorosamente,
pero sobre todo, la numerosa y bella población de Montevideo se vio
completamente saqueada y destruida; las puertas mismas y ventanas, las rejas
fueron arrancadas, los techos deshechos por el soldado que quería quemar
las vigas que le sostenían; muchos plantíos acabados; los portugueses
convertían en páramos los abundantes campos por donde pasaban,
y por todas partes se veían tristes señales de desolación
... " Quién lo dice es don José Artigas.
La barbarie lusa llegó a extremos tales que al pueblo oriental no
le quedó alternativa: emprendió el éxodo abandonando
todo. "Toda la Banda Oriental me sigue en masa (...). Unos quemando
sus casas y los muebles que no podían conducir; otros caminando
leguas a pie ( ... ) por haberse consumido sus cabalgaduras ( ... ). Mujeres
ancianas, viejos decrépitos, párvulos inocentes, acompañan
esta marcha manifestando todos la mayor energía y resignación
en medio de tantas privaciones" -relataba Artigas, en nota a la Junta
Gubernativa del Paraguay-. Y describía (en oficio al gobierno de
las Provincias Unidas) la situación a que había quedado reducido
el patrimonio de los orientales, después del saqueo lusitano: "No
se pueden expresar las necesidades que todos padecen expuestos a la mayor
inclemencia, .sus miembros desnudos Se dejan ver por todas partes y un
poncho hecho pedazos liado a la cintura es todo el equipaje de los bravos
orientales" .
Es evidente que el testimonio de Artigas no va a cambiar la idea que Rocha
Correa se formó sobre la lucha de la civilización luso-brasileña:
contra la barbarie rioplatense, pues ése es el punto de vista oficial
de la historia en Brasil, prácticamente no contestado por ningún
planteo revisionista. Nuestro geopolítico está totalmente
mal informado (como todos los brasileños que no tuvieron la oportunidad
de vivir en el Uruguay) sobre el caudillo de los orientales. No sabe que
Artigas, un personaje tremendamente adelantado en relación a su época,
pensaba así: "... no hay que invertir el orden de la justicia;
mirar por los infelices y no desampararlos sin más delito que su
miseria (...); olvidemos esa maldita costumbre que los engrandecimientos
nacen de la cuna" (carta a don José Silva). Ignora, seguramente,
el historiador brasileño que Artigas, ya en 1815, con el Reglamento
para el fomento de campaña..., tomaba medidas de reforma agraria,
increíblemente radicales para la época, estableciendo el
confisco, sin indemnizaciones, de los "terrenos repartibles" (que "son
todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos")
y determinaba la distribución de los mismos, "con la prevención
que los más infelices serán los más privilegiados'.
En el año 16, vuelven los portugueses, bajo el mando de Lecor. A
Artigas, al no ceder a las imposiciones de Pueyrredón ("El
Jefe de los orientales ha manifestado en todos los tiempos que ama demasiado
a su patria para sacrificar este rico patrimonio de los orientales al bajo
precio de la necesidad"), al ser traicionado por los representantes
de las clases dominantes de Montevideo (que veían en el invasor
la garantía de sus privilegios, momentáneamente amenazados
por el radicalismo del caudillo popular), al ser derrotado militarmente
por la superioridad del enemigo, no le quedaba otra alternativa digna que
el exilio en Paraguay (otro país bárbaro -según los
conocimientos históricos de Rocha Correa- posteriormente también
civilizado por Brasil).
Bajo el dominio de Lecor, el saqueo fue total. Uruguay se transformó en
una vaquería de los estancieros "gaúchos" y en
una fuente de materia prima de los saladeros de Pelotas: "La mayor
parte de la hacienda es traspasada al Brasil; durante varios años,
no se ve por esos campos más que partidas de portugueses arreando
enormes tropas de ganados. En una operación sistemática,
continua, ordenada, que agota la ganadería enriqueciendo las "fazendas" de
Rio Grande; apenas se salvan algunas vacadas cimarronas ocultas en los
montes. Para facilitar la operación, se prende fuego a los montes
y pajonales" (Alberto Zum Felde).
Con la independencia de Brasil (7 de setiembre de 1822), la situación
no cambió. Como Lecor reconoció el nuevo gobierno de Rio,
siguió el Uruguay dominado, ahora directamente por los brasileños.
Y el trato no fue, en absoluto, mejor, más digno, más humano.
El propio Rocha Correa lo reconoce: " ... en 1826, se rebeló la
Cisplatina. D. Pedro, disgustado con tantos acontecimientos adversos, no
buscó las justas causas de la rebeldía cisplatina. Usó la
misma política violenta con la cual había derrotado a Pernambuco'.
Violentamente empantanado por la crisis interna, derrotado militarmente
por los orientales, presionado por Inglaterra que veía con desconfianza
los propósitos hegemónicos de Brasil sobre la Banda Oriental,
al gobierno brasileño no le quedó otra alternativa que la
paz y el archivamiento -provisorio al menos- de sus planes de establecer
en forma permanente su presencia en el Plata.
En 1851 obligan al gobierno oriental a firmar uno de los más vergonzosos
tratados de la historia del colonialismo: un tratado por el cual Uruguay
reconoce el derecho de Brasil a intervenir para mantener el orden y el
gobierno constituido ( un antecedente histórico de lo que sería
después la Enmienda Platt, impuesta por los Estados Unidos a Cuba);
un tratado por el cual Uruguay reconocía la legitimidad de una frontera
impuesta por la fuerza de las armas; un tratado por el cual la Aduana uruguaya
quedaba hipotecada a Brasil; un tratado por el cual las aguas uruguayas
fueron liberadas para los barcos brasileños; un tratado que transformó a
las autoridades orientales en capitães do mato, en captores de los
esclavos fugados de Brasil y que aseguró a los fazendeiros gaúchos
establecidos en la R. O. del Uruguay la posesión de esclavos, a
pesar de que la esclavitud ya había terminado, en 1846, en la patria
de Artigas.
"Por medios ilegítimos y nulos nos arrebató (el imperio
de Brasil), en 1816, toda la extensión al norte del Ibicuy, que comprende
los ríos Mbutay, Ibacurá, Piratiní, Ijuí, Pera
y, Cebollatí y toda la extensión al norte del Yaguarón
hasta la Laguna Merin. Esta extensión arrebatada en 1816 encierra un área
de 2.920 leguas marítimas. Luego, con la incorporación, nos arrebató toda
la extensión que media entre el Ibicuy y el Cuareim, aprovechándose
de esa gran vena de agua del Ibicuy, y tomando por línea desde el Cuareim,
los Once Cerros, el río Santa María y Santa Tecla en dirección
al Yaguarón, nos quitó otras mi leguas marítimas. Los
tratados de 1851 sancionando esas diversas usurpaciones contra los tratados
de 1777 y apoderándose de la margen derecha del Yaguarón y de
la Laguna Merim hasta el Chuy, dieron a nuestro territorio otro mordisco de
280 leguas marítimas. Es preciso que esos actos sean declarados nulos, írritos
y de ningún valor. Seamos ante todo orientales" -escribía
Juan Carlos Gómez, en El Pueblo de Buenos Aires, en 1864.
"... el Uruguay, y más precisamente la frontera, se convertía
en virtud de ese malhadado tratado en un campo de invernada, de engorde, de
ganados uruguayos y brasileños" (Barran y Nahum).
La ocupación era, entonces, múltiple: físico-demográfica
(los 40 ó 50.000 brasileños que poseían prácticamente
todas las tierras al norte del río Negro), financiera (el Barón
de Mauá fue el tutor financiero de aquellos "años revueltos")
y militar, siempre que se tornaba necesario a la seguridad de los intereses
nacionales de Brasil o de los privados de los brasileños que vivían
de este lado de la frontera.
Durante años, el protagonista fue Irineu Evangelista de Souza, el
barón de Mauá ("el agente y ejecutor principal de nuestra
política en el Sur, el depositario de nuestros secretos diplomáticos,
nuestro plenipotenciario"). Como Rocha Correa, Mauá también
pensaba ayudar a los orientales: "El país era un verdadero
cadáver político, económico y financiero. Los diez
años de guerra civil lo habían asolado todo. Desde mi punto
de vista (R. C. también "habla según sus propias ideas"),
sólo la ocupación brasileña y los nuevos auxilios
del Brasil durante algunos años salvarían a esa nacionalidad
de una disolución completa... "(citado por Juan Antonio Oddone, Cuadernos
de Marcha, Nº 5).
Cuando los patacones del Banco Maná no eran suficientes --corrupción
mediante- para asegurar la dominación brasileña, otros protagonistas
desplazaban temporariamente a Irineu Evangelista. "Ellas -las cañoneras
brasileñas-- pretenden imponer el bloqueo en los puertos de Paysandú como
un medio destructor de la riqueza y como un elemento de vasallaje y conquista
con que pretenden dominar la patria del inmortal Artigas" -decía
Leandro Gómez, en la víspera del sitio del puerto uruguayo-.
Para proteger los intereses de los fazendeiros gaúchos del norte
del Río Negro (el mismo pretexto utilizado por los yanquis en sus
intervenciones en el Caribe), el ejército brasileño bajo
el mando de Menna Barreto, la marina bajo el comando del almirante Tamandaré y
el títere Venancio Flores, sitiaron, bombardearon, destruyeron Paysandú.
La heroica defensa duró un mes; la enorme superioridad militar (20
mil atacantes, solamente 800 defensores) determinó la masacre. Leandro
Gómez y otros cien sobrevivientes fueron sumariamente fusilados.
Mientras Mauá o los generales actuaban, intelectuales y políticos
brasileños -como actualmente Rocha Correa- invitaban a los orientales
a "volver al gremio de la familia brasileña": "Por
lo que respecta al Estado Oriental del Uruguay o antigua Provincia Cisplatina,
presa igualmente de tantas agitaciones y dificultades en el presente y
de tantas incertidumbres y peligros en el futuro, si por ventura de sus
hijos más dedicados y más ilustrados apoyados en el sufragio
universal en toda su pureza y espontaneidad de su patriotismo creyeron
que les convenía más volver al gremio de la familia brasileña
antes de dejar consumir la patria en la vorágine de luchas y ambiciones,
tampoco podría dársele el nombre de usurpación, de
conquista, ni aún de anexión: sería cuando mucho una
restitución ..."-escribía "alguien" -posiblemente
el propio ministro de Relaciones Exteriores brasileño en el diario
carioca Jornal do Comércio, en 1861 (citado por Alfonso
Fernández Cabrelli, Para Todos Nº 10).
De cuando en cuando, las "invitaciones" cedían lugar a
las amenazas. Otro diario carioca, citado por Arturo Ardao (Cuadernos
de Marcha, Nº 4), escribía en 1871: "En tales circunstancias, ¿conviene
a Brasil la permanencia de este eterno centro de discordia? ¿No
le será más conveniente ocupar militarmente el territorio
al norte del río Negro, casi exclusivamente habitado por brasileños,
como garantía de lo que adeuda el Estado Oriental? De cierto que
es ésta la política que seguiría un gobierno verdaderamente
patriótico, que se interesase por el progreso material de Brasil,
constantemente embarazado en su marcha por las eternas disensiones del
Uruguay. Y si en un plazo dado no se resolvieran todas las cuestiones orientales,
entonces el Brasil, asumiendo la posición que le compete como primera
nación de América del Sur, borraría del mapa de las
naciones a la titulada República Oriental del Uruguay y con su territorio
formaría de nuevo la Provincia Cisplatina...".
Exactamente un siglo después, en enero de 1971, O Estado de
S. Paulo repetiría la amenaza: "... los acontecimientos
de Uruguay nos amenazan colocarnos, de un momento para otro, ante una situación
perfectamente idéntica a aquélla que en 1851 forzó a
Brasil a trasponer las fronteras del Sur para que el Uruguay no fuese absorbido
por la Argentina de Rosas".
Ahora, por la mano de Rocha Correa, vuelve la invitación. Como lo
decía Juan Bautista Alberdi, en 1869, "las quimeras que el
Brasil mantiene, cuando piensa que su papel en Sud América es el
de Francia en Europa, el de Estados Unidos en Norteamérica, el de
Roma (imperial) ... ".
"Juntos luchamos (uruguayos y brasileños), en 1851, 1862,
1864 Y 1865/70, en cuatro memorables campañas, lo que no es vergonzoso
recordar, pues no fueron hechas contra pueblos hermanos sino contra tiranos
que los esclavizaban" -afirma Rocha Correa, en su libro-.
Desgraciadamente, no es así. Para nosotros, los brasileños
antiimperialistas, es vergonzoso recordarlo, pues las memorables campañas
fueron hechas contra pueblos hermanos y los tiranos liquidados por el Imperio
brasileño eran auténticos caudillos populares.
El geopolítico brasileño está totalmente encuadrado
por el falso dilema: Civilización o Barbarie, que constituyó la
piedra angular de la estrategia brasileña en el sur del continente,
en el siglo pasado. Lo que prueba lo que dijimos anteriormente: el proceso
de revisionismo histórico todavía no empezó en Brasil.
Los historiadores brasileños siguen no comprendiendo lo que Guizot,
en la Cámara francesa, colocaba en términos meridianamente
claros, hace casi un siglo y medio:
" ... hay en los estados de la América del Sur dos grandes partidos,
el partido europeo y el partido americano. El europeo, el menos numeroso, comprende
a los hombres más esclarecidos, los más familiarizados con las
ideas de la civilización europea. El otro partido, más apegado
al suelo, impregnado de ideas puramente americanas, es el de los campos. Este
partido ha deseado que la sociedad se desarrollara por sí misma, a su
modo, sin préstamos, sin relaciones con Europa. El general Rosas es
el jefe del partido de los campos, y el enemigo del partido europeo" 31 .
En Brasil predominó -durante el imperio de los Braganças-,
el "partido europeo".
Cuando el ejército francés invadió Portugal, los ingleses
realizaron una gran maniobra diplomática. Salvaron a Juan VI y a
la corte portuguesa, embarcándola en su flota y trasladándola
al Brasil. El enorme sometimiento de Portugal a S. M. Británica
32, se volvería, en razón de la nueva deuda, total.
Como señala Charles Morazó, "durante la travesía
del Bragança de Portugal a Brasil, el almirante inglés dispone
de todo el tiempo necesario para adoctrinar a su protegido y arrancarle
promesas y un sólido tratado de comercio ... ". Fue así,
como dijo Manuel Bonfim, que Rio de Janeiro fue "tomado de asalto
por los 15.000 hidalgos pervertidos" que componían la corte
lusa. Y cómo Brasil se convirtió en una colonia inglesa:
la apertura de los puertos y la baja de las tarifas aduaneras para los
británicos, que pasaron a pagar menos de lo que pagaban anteriormente
los propios portugueses.
Con el regreso de la corte lusitana, la independencia se volvió inevitable,
por más esfuerzos que hiciera el príncipe real, el futuro
Pedro I. Él escribía a su padre: "Estoy conteniendo
con todas mis fuerzas la declaración de la independencia, ya por
algunos muy deseada y que será, a mi entender, inevitable...".
Juan VI pensaba lo mismo y contestaba: "Si el Brasil se ha de separar,
que antes sea para ti, que me has de respetar, que para algunos aventureros...".
Fue así que Brasil se volvió independiente. Media independencia,
independencia otorgada, negociada, indemnizada (Brasil asumió las
deudas de Portugal en la City), que mantuvo todos los privilegios de los
ingleses, de la Casa de Bragança y de la oligarquía, predominantemente
portuguesa. Es por eso que Manuel Bonfim, el gran historiador nacionalista,
exclamaba: "La Independencia del Ipiranga nos parece un sacrilegio".
Canning sabía perfectamente que, con Pedro 1, el Brasil continuaría
siendo europeo: "Ah, ¿se oponen a reconocer al Imperio Brasileño?
Entonces, lo abandono y tendrán que ver al Brasil perdido para la
Corona portuguesa: una monarquía de menos, y una república
más..." --amenazaba en el plenario de la Santa Alianza.
Y Brasil seguiría siendo europeo bajo el largo gobierno de Pedro
II, el Pedro Banana, como lo llamaba el pueblo. Un intelectual alienado,
amigo de literatos y científicos (Víctor Ruga y Graham Bell,
entre otros) que escribía versos en francés y esperaba, ansiosamente,
cada semana, la llegada del barco de carrera que le traía las últimas
ediciones de París. A él se aplican a medida las palabras
de Luis Alberto de Herrera: " ... vive, pues, con el oído atento
a las inflexiones de la voz francesa que ha sustituido, en mucho, a la
voz de la propia sangre. Así vemos que, a dos mil leguas de distancia,
se vibra con las mismas pasiones de París, recibiendo idénticos
sus dolores, sus indignaciones y sus estallidos neurasténicos" 33 .
Pedro II era un civilizado. Fue ésa la civilización que Brasil
intentó imponer en el Cono Sur, combatiendo durante medio siglo
la barbarie representada por caudillos como Artigas, Rosas y Solano López.
El proceso de liberación en Hispanoamérica fue completamente
distinto: "La abdicación de los reyes y la invasión
del intruso determinaron a las ciudades españolas a prever por sí mismas
su destino. Revivía el viejo espíritu forero y se anunció el
principio básico de la revolución hispanoamericana. Ausente
el rey, el pueblo reasume la soberanía" -Lincoln Machado Ribas
34.
En vez de emperadores portugueses o afrancesados, los pueblos hermanos
tuvieron gobernantes auténticos en la primera etapa de sus respectivos
procesos de liberación: "La voluntad de los pueblos se anudó en
el federalismo a través de sus expresiones más auténticas:
los caudillos (...). Los caudillos expresaban la resistencia de los pueblos
hambreados, desposeídos y humillados. Constituyen la primera forma
de expresión de nuestras masas populares.
El caudillo no recibe
su mando y su poder del título hereditario, es ungido por el pueblo"35 (V.
Trías).
Reflejando los intereses de su clase -los estancieros rioplatenses, tempranamente
ganados por la vida comercial (venta de cueros, ganado en pie y, posteriormente,
la carne salada) – “Rosas llevó al plano político
la dictadura con que había organizado el sistema de producción
en las estancias por él administradas (...). Alianza de la burguesía
ganadera bonaerense con los sectores populares (...). En 1835, Rosas tiende
la mano al interior al dictar la Ley de Aduanas (...). Los talleres de
artesanía se han poblado (...). Mucha gente imagina que Rosas, dictador
y aún tirano, no ha podido ser demócrata. Democracia significa
gobierno del pueblo, con libertad o sin ella. Y no cabe dudas que Rosas
gobierna con el pueblo y lo representa...” 36.
Ley de Aduana. Prohibición de la exportación de oro. Cierre
del Río de la Plata. Desarrollo industrial independiente. Es obvio
que la Europa reaccionaria de posrestauración no podía tolerar
eso. El "mal ejemplo" podía proliferar, contaminando al
resto de América. Había que liquidar a Rosas, en nombre del
liberalismo. En su fase de expansión global, el imperialismo no
podía admitir puertas cerradas. Rosas representaba, en aquel momento,
la antítesis del liberalismo, del librecambismo, de la "civilización".
Y el Río de la Plata estaba cerrado con cadenas de hierro para impedir
la acción de los mercaderes-piratas ingleses.
Las flotas de guerra de Inglaterra y Francia fueron enviadas a imponer
el orden en aquel reducto bárbaro, en nombre de la Civilización.
Fueron derrotadas por Rosas, por el pueblo argentino. Fue la primera gran
derrota sufrida por el imperialismo en tierras latinoamericanas. La segunda
sólo vendría más de un siglo después con la
Revolución Cubana.
Derrotado, el imperialismo inglés accionó su gendarme, el
imperio bragantino. En nombre de la libertad, el imperio esclavista
brasileño se movilizó contra el tirano. Usando una vieja
práctica imperialista, compró Brasil, inicialmente, a parte
de la oligarquía argentina. Instituía así, en el hemisferio,
la diplomacia de los patacones (como la llamó José María
Rosa). Lo que no habían conseguido Inglaterra y Francia unidas -liquidar
la incómoda figura de Rosas, que estaba obstaculizando la expansión
del imperialismo europeo en América del Sur, vía Río
de la Plata- fue obtenido por el Imperio brasileño y por las oligarquías
porteña y uruguaya.
Rosas, el caudillo que a su manera había llegado a una conclusión
similar a aquella sobre la cual Marx constituiría su tesis fundamental
-"la verdadera riqueza de las estancias son sus brazos" -, fue
expulsado. Terminaba "la Confederación Argentina de Rosas,
que con su sufragio universal, igualdad de clases, fuerte nacionalismo
y equitativa distribución de la riqueza, será tenida como
una verdadera y sólida república socialista (...) adelantada
al tiempo y nacida lejos de Europa" (Revista del Inst. J. M. de
Rosas).
Disminuyeron las tarifas aduaneras, la exportación del oro y de
la plata volvió a ser permitida, la importación fue totalmente
liberada, la industria artesanal fue liquidada, los ríos fueron
abiertos a todas las naciones, los capitales extranjeros volvieron a entrar,
el imperio inglés se consolidó y permanecería -por
casi un siglo- en el Río de la Plata. Sin embargo, quedaba un problema:
el Paraguay de Solano López, otro tirano, según la historiografía
oficial brasileña.
La otra gran "hazaña" del Imperio brasileño fue
la liquidación del Paraguay. El bárbaro país guaraní había
proclamado su independencia en 1811, once años antes que Brasil.
Bajo las presidencias de Francia, de Carlos Antonio y de Francisco Solano
López, se había transformado en el país más
progresista de América latina. Las tesis radicales de Artigas y
de Mariano Moreno fueron puestas en práctica. El Paraguay era un
país de hombres libres; no había, como en Brasil -hasta 1888-
esclavitud. El gobierno monopolizaba los principales ramos de la economía,
como la yerba, la madera y el tabaco. El comercio exterior era estatal.
No había latifundios, ni campesinos sin tierras. El gobierno arrendaba
la tierra y distribuía el ganado y las herramientas de trabajo a
todos. La enseñanza era obligatoria; el gobierno daba alojamiento,
vestimenta, libros, útiles y merienda escolar a todos los hijos
de padres pobres. En los talleres metalúrgicos estatales (Alberdi
veía en los mismos la influencia de los talleres nacionales preconizados
por Luis Blanc y del Banco del Pueblo de Proudhon), el gobierno
guaraní construía barcos, armas y herramientas para el cultivo
de la tierra. Antes que los países civilizados de América
latina, el Paraguay construyó su primer ferrocarril (Asunción-
Villarrica) y también la primera línea telegráfica
con una extensión de 300 kilómetros, Asunción-Paso
de la Patria.
Y todo eso sin la participación del capital extranjero y sin préstamo
concedidos por los banqueros de la City. Paraguay no era, como Brasil,
una "colonia de banqueros" (definición de Gustavo Barroso). "Imperdonable
primitivismo...", ironiza Luis Alberto Murray 37.
Poco antes de morir, Carlos Antonio López preveía lo que
iba a suceder:
"Considero que lo que los europeos llaman intervención en México
va a ser ocupación y no intervención. Después de México,
que ellos van a civilizar, nos han de querer venir a civilizar a todos...".
La ocupación del Uruguay por las tropas brasileñas señaló el
comienzo de la cruzada civilizadora. La reacción de Solano López
suministró el pretexto para el desencadenamiento de una de las guerras
más bárbaras de la historia. Los paraguayos lucharon como
muy pocos pueblos, antes o después de ellos. Sarmiento, el historiador
oficial de la Argentina, insospechable, por lo tanto, en ese particular,
relató el heroísmo sin par de la resistencia:
"A los soldados suceden los ciudadanos de edad mediana, a éstos
los ancianos, a los ancianos los niños, a los niños las mujeres
(...). La mayor parte son niños de 10 a 12 años, armados de lanza
y su talla para formar línea (...). Se imagina el horror de aquellos
combates en que soldados argentinos y brasileños, en el calor de la
refriega, caen sobre estos grupos de chicuelos".
Son contradictorias las informaciones sobre la población del Paraguay
antes de la guerra. Algunos historiadores hablan de más de 1,3 millones
de habitantes, otros consideran la cifra exagerada, juzgando que la misma
no ultrapasaba un millón. Terminada la guerra, la población
se había reducido a 140.000 ancianos y niños del sexo masculino
y 180.000 mujeres y niñas. Dos de cada tres, o 3 de cada 4 paraguayos
fueron muertos en el fantástico genocidio en nombre de la civilización.
Solamente medio siglo después, en 1914, el Paraguay consiguió alcanzar
un total de 800.000 habitantes.
Pero el tirano había muerto, el Paraguay había sido liberado,
su economía liberalizada; el imperialismo inglés estaba satisfecho.
Otro mercado se había abierto a sus capitales y a los productos
de sus fábricas. Después de la paz, a manos de Brasil, Paraguay
fue introducido en el imperio financiero de Gran Bretaña. Suscribió su
primer préstamo por un total de £1.438.400, de los cuales
vio solamente 200.000. Estaba a salvo la civilización...
"El conquistador brasileño era el titular legítimo de los
despojos del vencido, pero D. Pedro encontró que un imperio entrampado
no es un imperio, que el dinero gobierna y que la presa no era suya sino de
sus propios acreedores. Hizo una guerra sólo para los ingleses. Había
arruinado al Brasil y había arruinado al Paraguay. ¿Para quién
sino para los ingleses?" (C. Pereyra) 38.
Hoy, un siglo después, Brasil sigue fiel a su vocación de
subimperio. Mientras es totalmente ocupado por las "multinacionales" trata
de colonizar a los países vecinos, a los pueblos hermanos. ¡Triste
destino!
Pensamos haber demostrado, en forma
fehaciente, incuestionable, que a los uruguayos difícilmente podría interesar "una idea
inspirada en la línea política de Juan VI", como es
la de Rocha Correa ("la unión con Brasil sería muy interesante
para nuestros vecinos").
Si consideramos solamente la experiencia histórica -la brutal, intensa
y permanente explotación a que los portugueses y brasileños
sometieron a la tierra y a los hombres orientales, durante más de
medio siglo de dominación--, seguramente ningún uruguayo
contestaría favorablemente la "invitación" hecha
por el geopolítico brasileño (¿Por qué no
se reúne Uruguay nuevamente a nosotros?).
Rechazados -como completamente negativos- los argumentos históricos
manejados por R. C. en favor de la integración, cabe analizar los
otros elementos de convicción que presenta, especialmente los de
carácter geopolítico y económico-financiero. Es innegable
que los argumentos de ese tipo los maneja con habilidad, dando a su proposición
un aspecto bastante seductor, capaz de ilusionar a los más incautos.
Dos procesos diferentes: dos pueblos distintos
Dice Rocha Correa: "A tal punto nos vincula la geografía que
cerca de 300 km de frontera son casi un mito; no hay ningún accidente
geográfico que los fije; por ahí transitan, además
del hombre, una economía y un pensamiento prácticamente indiferenciables".
Se equivoca completamente al hablar de "pensamiento prácticamente
indiferenciable". Hay que considerar que ciento cincuenta años
de vida independiente generaron en Uruguay un modo de vivir y pensar muy
especiales, que se diferencian profundamente del modo de vivir y pensar
brasileño. Después de los años 70 del siglo pasado
y, especialmente desde 1904 (con la revolución batllista), la influencia
brasileña en el Uruguay pasó gradualmente a un segundo plano,
a medida que aumentaba la inglesa y la europea en general.
El Uruguay -Montevideo, al menos- se europeizó rápida y radicalmente.
Mientras tanto, Brasil a partir de la República (1889) y, fundamentalmente,
desde las décadas 20 y 30 (las rebeliones de los tenientes, la Semana
del Arte Moderno, la revolución nacionalista-popular de 1930, etc.)
pasó a formar una fisonomía política y cultural propias,
netamente nacionalistas, al punto que hoy se puede hablar, sin exageración,
de civilización brasileña.
Casi un siglo de liberalismo y 70 años de Estado paternalista hicieron
de la sociedad uruguaya algo muy especial -con aspectos positivos y negativos-
totalmente distinta a la brasileña. Hay que considerar dos factores
fundamentales en el proceso uruguayo: su economía privilegiada (la
generación casi espontánea de la riqueza por su ganadería
extensiva en pasturas excepcionales) y su igualmente privilegiada situación
dentro del Imperio Británico (como estado tapón y
base de operaciones de la diplomacia y de las finanzas inglesas en el Cono
Sur). En consecuencia, el Uruguay se transformó en una Suiza.
Esa situación excepcional hizo posible una experiencia absolutamente
inédita en tierras de Latinoamérica. Los uruguayos usufructuaron,
durante casi un siglo, de una democracia burguesa casi perfecta: estabilidad
política, libre ejercicio de los derechos políticos, equilibrio
social y bienestar para la mayoría de la población. La enseñanza
laica y gratuita, establecida hace un siglo, no solamente eliminó prácticamente
el analfabetismo sino que aseguró a los orientales un nivel cultural
muy alto. La libertad política aseguró, a su vez, un alto
grado si no de cultura política, por lo menos de información
política, transformando a la población uruguaya en la más
politizada de América latina. Posibilitó, igualmente, la
formación de un proletariado consciente y organizado.
En Brasil, por toda una serie de factores (la herencia maldita de la esclavitud
vigente hasta 1888; el sistema semifeudal todavía predominante en
el campo; la influencia reaccionaria de la Iglesia católica, antes
del Concilio Vaticano II; las enormes distancias que balcanizan el territorio
nacional; el bajo nivel de desarrollo, que solamente ahora y en forma parcial
empieza a ser superado; el hecho de que los brasileños usufructuaron
solamente pequeños intervalos de libertad política entre
uno y otro gobierno fuerte etc.) se atrasó enormemente la formación
de la conciencia política y social. El Brasil continúa siendo
un país con 50 % de analfabetos y semialfabetizados. El nivel de
cultura general, ni hablar de la política, es tremendamente inferior
al uruguayo. El abismo es todavía más grande cuando se compara
el nivel de conciencia y el índice de organización del obrero
uruguayo, integrante de un típico "proletariado al estilo europeo" con
ese proletariado de primera generación, como es el brasileño.
Constituye toda una tragedia el hecho de que el pueblo brasileño
esté sometido a un régimen político brutal y estúpido
como, el instituido por los militares de derecha el 1º de abril de
1964. Sería una tragedia todavía mayor, un verdadero crimen
de lesa humanidad, colocar al pueblo oriental -que siempre se caracterizó por
el culto a la libertad y por la lucha por sus derechos políticos
y sociales- bajo la dictadura brasileña.
El mito de la frontera
Descartando ese aspecto fundamental de la identidad de pensamiento entre
los dos pueblos, el análisis de Rocha Correa sobre la frontera entre
Uruguay y Brasil resulta correcto. Efectivamente, las fronteras, cuando
no están constituidas por obstáculos materiales, geográficos,
importantes, tienden a transformarse en un mito.
Principalmente cuando
de un lado de la frontera se encuentra un país grande, y del otro,
uno pequeño; cuando la densidad demográfica es mucho mayor
de un lado que del otro; cuando uno de los países vive un auge desarrollista
y el otro está empantanado en profunda crisis económica;
cuando uno de los Estados limítrofes se transforma rápidamente
en una potencia y el otro está inmovilizado por sus contradicciones
internas.
En el caso en análisis, se verifican todos esos aspectos, y todos
en favor de Brasil. Él es grande, su franja de frontera es más
poblada, su economía se desarrolla rápidamente y sus tendencias
expansionistas son cada vez más claras. Todos esos factores actúan
en el sentido de la anexión, de la integración del Uruguaya
Brasil. Ellos presionan violentamente en favor de la eliminación
de la frontera. Si sigue la actual tendencia, esos factores materiales
podrían llevar a la situación prevista por el geopolítico
brasileño: la frontera transformada en un mito.
La integración vial
Rocha Correa analiza en detalle la integración vial entre Uruguay
y Brasil, los contactos fluviales, ferroviarios, camineros, marítimos
y aéreos para concluir que "Uruguay estará entonces
(cuando se terminen todas las nuevas carreteras en construcción)
mejor vinculado a Brasil que muchas unidades de la Federación brasileña".
Ya analizamos reiteradamente los planes brasileños de integración
vial del hemisferio: "Abandonando proyectos muy complejos (como los
que pretendían transformar la OEA en un supergobierno, organizar
la Fuerza Interamericana de Paz y crear el Mercado Común Latinoamericano
-todos fracasados-), los geopolíticos brasileños aconsejan
ahora la integración físico-geográfica del hemisferio.
Con el fracaso integracionista de los diplomáticos y de los economistas,
pasaron a primer plano los ingenieros. La tesis (de la Escuela Superior
de Guerra) puede ser resumida así: creada la infraestructura -ferrocarriles,
carreteras, puertos y puentes-, la integración económica
y el dominio brasileño serán consecuencias inevitables".
Rocha Correa adopta la tesis: "Entre Uruguay y Rio Grande do Sul pasará,
entonces, un flujo de comercio, de turismo y de intercambio cultural que
redundará en la unión práctica de los dos países".
Pero los planes de integración geopolítíca del Cono
Sur por Brasil no se limitan a los mencionados -por R. C.- medios de comunicación.
Hay otro, fundamental, no citado por el historiador brasileño: el
proyecto -en construcción acelerada- del superpuerto de Rio Grande.
El objetivo del mismo, confesado por las autoridades brasileñas,
es monopolizar las cargas del extremo sur del hemisferio, cuando -en los
años 80- los superpetroleros y supergraneleros dominen el transporte
marítimo mundial. Hay que recordar lo que decía la revista Veja,
el 20/5/71: "Ningún puerto de Uruguay o de la Argentina podrá competir
con él (...); no ofrecen un privilegio: la profundidad necesaria
de las aguas. Por lo tanto, Rio Grande podrá en algunos años
obtener un virtual monopolio en las exportaciones e importaciones del Cono
Sur". Y confesaba descaradamente el objetivo político de la
obra: "Este motivo -mucho más político que económico-
alcanza para justificar la construcción del superpuerto de Rio Grande.
Es tan evidente el objetivo político que no se hizo siquiera un
estudio serio y profundo sobre la viabilidad económica del proyecto.
El objetivo de conquistar el liderazgo político en la Cuenca del
Plata elimina cualquier objeción económica al proyecto".
La integración financiera
En nota escrita el 19 de abril de 1973, denunciábamos el creciente
control de la plaza financiera de Montevideo por el Banco do Brasil: "...resulta
evidente la enorme expansión del Banco do Brasil (...). Durante
los meses del año pasado en que el Banco Central del Uruguay enfrentó serias
dificultades con los exportadores extranjeros, fueron fundamentalmente
el Banco do Brasil y un banco privado norteamericano los que bancaron las
importaciones. Que un pequeño país necesite, para financiar
sus importaciones esenciales, los recursos financieros o el aval de un
banco oficial de un gran país vecino (cuyo gobierno no oculta sus
propósitos expansionistas), constituye una verdadera tragedia".
Confirmando plenamente nuestra tesis de que el Banco do Brasil es un instrumento
muy importante en los planes del subimperialismo brasileño en los
países limítrofes, Rocha Correa analiza así lo que
sería la función del banco oficial brasileño en el
proceso de anexión: "Creemos que una docena de sucursales del
Banco do Brasil y otra del Banco do Estado de S, Paulo, serían suficientes
para financiar la economía de una región como el Uruguay...".
La integración económica
"La unión de Uruguay con Brasil sería muy interesante para
nuestros vecinos, desde el punto de vista económico. Significaría
la participación directa de un mercado que se acerca rápidamente
a los cien millones de consumidores" -afirma el geopolítico brasileño-.
Bueno, sabemos que los consumidores -en el sentido capitalista de la palabra-
no son cien millones en Brasil. Solamente 20 a 30 millones de brasileños
están efectivamente integrados a la sociedad de consumo. Sin embargo,
para los productores uruguayos, la perspectiva es seductora: multiplicar
por diez el limitado y en los últimos años drásticamente
empobrecido mercado oriental.
No hay cómo negarlo -desde el punto de vista estrictamente económico-,
la integración con Brasil sería altamente ventajosa para
amplios sectores de la economía uruguaya. El intenso contrabando
de ganado, lana, cueros, arroz y otros productos agrícolas, revela
una tendencia natural de la economía rural del Uruguay a integrarse
a la brasileña. Porque, como dice Rocha Corréa, "la
producción cisplatina no es competitiva sino complementaria de la
nuestra".
Igualmente, para muchos sectores de la industria oriental -especialmente
para la textil (lana), la de calzados y productos de cuero, la de productos
agrícolas industrializados (frutas, lácteos, etcétera)
- la integración sería ampliamente beneficiosa. Podría
ser, inclusive, la solución para la crisis endémica que afecta
a la industria uruguaya hace años.
El turismo y los sectores conexos también recibirían un enorme
incentivo, principalmente cuando, según las previsiones de Rocha
Correa, "el Uruguay se vuelva bilingüe…".
Eliminados los actuales obstáculos, seguramente un millón
de integrantes de la nueva y eufórica clase media brasileña
invadirían el Uruguay anualmente, y prácticamente limpiarían las
tiendas de 18 de julio. La Patria de Artigas se volvería un inmenso
cabaret para los descendientes de Lecor, Mauá y Rio Branco. Igual
que Cuba, en los tiempos de Batista, para los rubios del Norte.
Se podrían multiplicar los ejemplos de cómo la integración
con Brasil podría beneficiar y, consecuentemente, interesar a sectores
de las clases dominantes uruguayas. Alcanza con uno más. Sabemos
que la tierra en Rio Grande do Sul (en razón del boom económico
brasileño y de la verdadera revolución capitalista que conmueve
el agro "gaúcho"), presenta un precio de 3 a 6 veces superior
a los campos uruguayos. Eliminada la frontera, desaparecería el
principal factor determinante de la diferencia de precio actualmente existente.
Los campos de la "Provincia Cisplatina" valdrían de tres
a seis veces más que los de la República Oriental del Uruguay.
Consecuentemente, los latifundistas uruguayos multiplicarían, de
un día al otro, su patrimonio.
Se podría argumentar, inclusive, que a las clases trabajadoras orientales
también les interesaría la integración, pues la misma
significaría el aumento de las fuentes de trabajo. Sin embargo,
el precio social sería enorme, como enorme es el precio social que
los obreros y campesinos brasileños están pagando por el milagro,
un milagro para pocos: la liquidación de los sindicatos, la prohibición
de los movimientos reivindicatorios los salarios de hambre, etcétera.
Son, consecuentemente, las clases dominantes uruguayas las que tendrán
que vencer la tentación, la seducción del canto de la sirena
brasileña. La historia dirá, en el futuro, si los orientales
estuvieron a la altura de su Jefe, Artigas, si como él "aman
demasiado su patria para sacrificar este rico patrimonio al bajo precio
de la necesidad".
[ Arriba ]
30. "Historia
de los Orientales".
31. Citado por Eduardo
B. Artesano, "Rosas, bases del nacionalismo popular".
32. Mariano Moreno escribía entonces: "La vergonzosa e ignominiosa
esclavitud en que Inglaterra tiene a Portugal (...) extenuándolo
de tal suerte que tal vez sus colonias americanas se conviertan en inglesas...”.
33. "La formación histórica rioplatense".
34. Lincoln Machado
Ribas, "Las revoluciones hispanoamericanas".
35. "Las Montoneras y el Imperio Británico".
36. Manuel Gálvez, "Vida de don Juan Manuel de Rosas".
37. "Pro y contra de Alberdi".
38. "Solano López y su drama".
|